Cuando el general de brigada Baruch Spiegel asumió hace cuatro años el encargo del Gobierno israelí de actualizar la base de datos de las colonias judías en Cisjordania descubrió que la información que puso a su disposición el Ejército estaba distorsionada. Algunos datos habían sido alterados, otros habían desaparecido. "Tuvo que partir casi de cero por la falta de cooperación de la unidad de inspección de los asentamientos, que dirigía y dirige un colono", afirma Dror Etkes, supervisor durante cinco años. Este episodio ilustra el creciente poder que están adquiriendo en el Ejército israelí los colonos y, en general, la derecha religiosa, opuesta a toda concesión territorial a los palestinos. Este sector aporta ya la mitad de los graduados de las escuelas de oficiales y controla las comandancias de varios batallones en Cisjordania.

Según los expertos, la mayoría ocupa todavía rangos medios y bajos en el escalafón militar, pero son estos oficiales los que toman las decisiones cotidianas sobre el terreno. De ellos depende levantar o no un control militar, cerrar los ojos ante las agresiones a los palestinos o permitir un nuevo asentamiento. Ultimamente la violencia de los colonos ha empezado a ruborizar a la clase política. Pero el Estado apenas hace nada para frenarlos.