Cuatro años después de fracasar en su intento de frenar la evacuación de Gaza, los colonos judíos vuelven a estar en pie de guerra, esta vez para frustrar la moratoria parcial en la construcción de asentamientos en Cisjordania, declarada por el Gobierno de Binyamin Netanyahu. Varios miles de colonos y simpatizantes se concentraron ayer en Jerusalén, en la primera gran manifestación desde el anuncio del primer ministro. Su demostración de fuerza se suma a varias medidas adoptadas estos días, como los intentos de bloqueo de carreteras, la obstrucción a los inspectores estatales o las llamadas a la insubordinación de algunos rabinos.

La puesta en escena de los colonos vuelve a brillar en plenitud con el fin de demostrar la fractura social a la que se expone el país si Netanyahu se atreve a poner en peligro su empresa. "Si hoy se detienen las obras, mañana se empezará a hablar de evacuaciones y no lo vamos a permitir", decía Rebeca, de 56 años y residente en una colonia de la Cisjordania palestina ocupada. El perfil de los manifestantes refleja el futuro prometedor de este movimiento, alimentado sin disimulo por los sucesivos gobiernos israelís.

La mitad son adolescentes, criados en las escuelas talmúdicas o en los colegios públicos religiosos. "A los árabes hay que expulsarlos a Arabia Saudí. Esta tierra es de los judíos y Dios nos ordena que la repoblemos", decía Nahman, de 17 años, asido a una bandera del difunto rabino Meir Kahane. Su partido, el Kach, está en la lista de organizaciones terroristas de EEUU.

GESTO La moratoria de Netanyahu, concedida como gesto para apaciguar a la Administración de Barack Obama, preocupa a los colonos. No importa que haya prometido reanudar las obras en 10 meses o que haya autorizado entre medio otras 492 casas a las 2.900 que se seguirán construyendo. Lo significativo para ellos es que por primera vez un primer ministro ha ordenado el cese de las obras. Y no uno cualquiera, sino uno de los suyos, alguien del Likud.

De momento, le muestran los dientes. A varios inspectores se les ha expulsado de los asentamientos cuando intentaban entregar la orden de la moratoria. Algunas casas palestinas han sido incendiadas cerca de Naplusa. Y varios rabinos de las yeshivas (escuelas religiosas) premilitares financiadas por el Estado han llamado al desacato.