Nadie dudaba ayer en hablar de una de las mayores filtraciones de información secreta en la historia de los servicios de espionaje de EEUU. De momento, solo han visto la luz unos 75.000 de los casi 92.000 documentos secretos obtenidos por el portal WikiLeaks sobre la guerra en Afganistán, en los que quedan al descubierto algunos de los trapos sucios de la intervención del Ejército estadounidense en el país centroasiático, una guerra que desde el mes pasado ya es incluso más larga que la de Vietnam.

Desde las muertes de cientos de civiles que de forma deliberada nunca se llegaron a dar a conocer en incidentes en los que las tropas de EEUU habían sido los principales responsables hasta detalles nunca revelados con tanta precisión sobre operaciones encubiertas. Y todo ello, en una guerra en la que, hoy más que nunca, se pone de manifiesto por qué la insurgencia talibán es más fuerte que nunca desde que comenzó el conflicto tras los atentados del 11-S.

Los documentos recogen lo ocurrido en Afganistán entre enero del 2004 y diciembre del 2009, cuando la Administración de Obama anunció su nueva estrategia para afrontar la guerra en ese país y autorizó el traslado de 30.000 tropas adicionales.

PAPEL DE KABUL Nadie que conozca el panorama en la zona desconoce que el papel de Pakistán en el avispero afgano es crucial y la impresión hasta ahora es que Islamabad es uno de los principales aliados de Washington en el conflicto, país que visitó recientemente la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, y que ha recibido más de 1.000 millones de dólares del Gobierno de EEUU.

Sin embargo, parte de la documentación filtrada pone de manifiesto algo de lo que ya se viene hablando desde hace tiempo: que los servicios de espionaje paquistanís, el poderoso ISI, llevan años ofreciendo ayuda en secreto a los talibanes. Es uno de los aspectos que más acaparó ayer la atención de los medios estadounidenses, que incluye desde el suministro de armamento y el entrenamiento de combatientes hasta la participación activa en la preparación de operaciones.

Se habla de un compromiso de la dirección de la ISI de ofrecer apoyo logístico y esconder en territorio paquistaní a quienes lograran perpetrar posibles magnicidios, entre ellos el del presidente afgano, Hamid Karzai. Los documentos revelan entrega de sumas de dinero a los talibanes.

Uno de los casos recogidos en los documentos filtrados sobre la matanza de civiles es la muerte de siete menores, asesinados durante una redada secreta en el 2007 llevada a cabo por una unidad del Ejército llamada Task Force 373, según explicaba ayer The New York Times , uno de los tres periódicos que han tenido acceso a la documentación.