Los combates registrados hoy en el sur de Afganistán dejaron al menos 36 muertos, 16 de ellos policías afganos atacados por insurgentes talibanes en la provincia de Zabul, según portavoces oficiales.

Los policías murieron en un ataque contra su puesto ocurrido en el distrito de Shahjoy, en el norte de la provincia sudoriental de Zabul, informó a EFE el portavoz de Interior, Zemaria Bashari, quien añadió que fue repelido con apoyo del Ejército.

En la sureña provincia de Helmand, al menos 20 talibanes murieron en un ataque conjunto del Ejército afgano y las tropas internacionales de la ISAF, que bombardearon "varios recintos enemigos" en el distrito de Sangin, según el portavoz de Defensa, Zahir Azimi.

El general Azimi explicó a EFE que la operación comenzó por la mañana en la zona de Shaly, en el norte de Helmand.

Fue en esa provincia donde ayer murieron siete soldados de la ISAF al estrellarse su helicóptero, que los talibanes reivindicaron hoy haber derribado.

El portavoz talibán Zabeeullah Mujahid dijo a EFE que fueron sus fuerzas las que hicieron caer uno de los dos helicópteros que sobrevolaban anoche el área de Kajaki, en Helmand.

Según Mujahid, que elevó a 35 el número de bajas, los talibanes emplearon un "nuevo cohete antiaéreo" para derribar el "Chinook", que se vio envuelto en llamas en el aire antes de impactar contra tierra.

Una fuente del Pentágono informó ayer de que en el aparato viajaban siete soldados y que todos ellos fallecieron en el suceso, entre ellos cinco estadounidenses.

La fuente, que pidió el anonimato, dijo que el helicóptero cayó por causas aún desconocidas, pero no descartó que fuera derribado por un mortero.

La ISAF insistió hoy en que el suceso "aún está siendo investigado" pese a que los "primeros informes" dicen que "el fuego enemigo ha podido derribar" el helicóptero.

"Estamos entristecidos, pero no desanimados", mantuvo la portavoz de la ISAF Angela Billings en un comunicado, en el que informó de la continuación de las operaciones en Helmand.

Según explicó, unas 2.000 tropas de la ISAF y afganas, la mitad de ellas británicas, están empeñadas en Helmand en la "Operación Lastay Kulang" (mango de hacha, en lengua pashtún) para "detener los intentos de los extremistas talibanes de controlar el valle de Sangin".

Esta ofensiva es, según la ISAF, "continuación del progreso hecho" durante la "Operación Aquiles" que la ISAF y el Ejército comenzaron hace casi tres meses en el norte de Helmand, concentrada principalmente en el distrito de Sangin.

El objetivo estratégico de estas operaciones es proteger la construcción de la presa de Kajaki, en el distrito del mismo nombre vecino de Sangin, que, financiada por EEUU, dará electricidad a 1,8 millones de habitantes del sur del país.

El pasado domingo, los talibanes anunciaron su intención de intensificar su lucha contra las fuerzas del Gobierno afgano y de la OTAN en todo el país.

Los insurgentes dijeron haber lanzado una nueva operación, que bautizaron como "Kamin" (emboscada), en la que utilizarán "todo tipo de armas y ataques", según un portavoz, que subrayó que incluye combates cuerpo a cuerpo y tácticas de guerrilla.

Los ataques, atentados suicidas y combates han causado la muerte de más de 1.700 personas en Afganistán en lo que va de año.