La intensa controversia desatada por un comentario racista --no aislado en su currículo-- empujó ayer al senador republicano Trent Lott a tomar la decisión de dimitir como líder de la mayoría del Senado de Estados Unidos. Lott, que seguirá ocupando un escaño, se convierte en la primera persona forzada a abandonar ese relevante cargo, desde el que se marca la agenda legislativa estadounidense.

Fue hace unas semanas, al celebrarse el 100 cumpleaños del senador Strom Thurmond, cuando Lott abrió la caja de los truenos al asegurar que si el país hubiera votado al candidato presidencial en 1948 "no habríamos tenido todos los problemas de los últimos años". El problema es que Thurmond fue candidato de una plataforma segregacionista.

La comunidad negra, los demócratas y hasta los conservadores --preocupados porque la crisis interfiera en los intereses legislativos de la Administración-- comenzaron a criticar a Lott, que intentó disculparse en varias ocasiones. El presidente norteamericano, George Bush, denunció el comentario, pero no consideraba necesaria la dimisión de Lott, que acogió ayer "con respeto".

Solamente el senador Bill Frist, un cercano aliado de Bush, se ha presentado por ahora como candidato a suceder a Lott, un relevo que podría decidirse el próximo 6 de enero.