Ahmed Wafi al Jallah. Detenido en Salahadin. Edad: desconocida. Profesión: estudiante de Teología". Este es uno de los miles y miles de archivos de presos políticos que se almacenan en una casa de Bagdad a orillas del Tigris, en la que un equipo de 50 personas trata de averiguar el destino del incalculable número de desaparecidos en los más de 30 años de dictadura de Sadam Husein. En el jardín de la casa y sus alrededores, miles de personas procedentes de todo Irak se concentran cada día para saber qué ha pasado con sus maridos, hijos, hijas o esposas que desaparecieron un día --en algunos casos, hace más de 20 años-- y de los que nunca más se supo.

LA CONFIRMACION

"Hemos podido confirmar ya la muerte de cientos de personas", explica Yasin Basher Asad, uno de los dirigentes del comité. "Están enterradas en algunas de las fosas comunes que se están descubriendo en todo Irak o en los cementerios de las cárceles", añade. Los documentos proceden del saqueo de los edificios de los servicios de seguridad. Se almacenan por miles en la sede del comité --el hogar de un miembro de los servicios secretos, en el que aún se pueden ver instrumentos de tortura-- y un equipo de 50 personas trabaja varias horas al día para sacar algo en claro de las montañas de documentación.

Cada mañana se leen en voz alta los nombres de los presos cuyo destino se ha averiguado. "La mayoría de los presos políticos fueron detenidos en institutos y universidades", explica Basher Asad, quien añade que los medios de ejecución solían ser la horca, la inmersión en ácido o enterrar vivos a los prisioneros. Según Ibrahim al Idresy, director del comité, "calcular el número de desaparecidos es imposible". Algunas ONG hablan de entre 300.000 y 600.000 personas.