Mi comandante, dice que en una hora y media estarán aquí. Lo que más les preocupa ahora es el tema de las duchas". A media tarde, el capitán Cuesta colgó el teléfono satélite Iridium e informó al comandante Castells de que, por fin, el primer convoy de soldados españoles estaba a punto de llegar al cuartel de Diwaniya. "Voy a comprobar lo de las duchas", añadió el capitán.

Lo de las duchas era, sin duda, una cuestión de suma importancia ayer. La previsión había sido muy optimista y los soldados españoles aún tardarían tres horas en llegar. Guiados a ritmo de tortuga por unidades estadounidenses por motivos de seguridad, el largo viaje desde la frontera de Kuwait hasta Diwaniya fue agotador, a un ritmo desesperadamente lento y obstaculizado por una tormenta de arena. Unas circunstancias que se notaban en los rostros de los soldados cuando bajaron de los camiones al entrar al cuartel.

Las duchas que esperaban a los soldados en el cuartel eran, cómo no, de campaña. Tras el largo viaje, no puede decirse que la visión del cuartel de Diwaniya fuera una imagen celestial. La instalación, antigua sede de las divisiones 10 y 18 del Ejército iraquí, es un erial polvoriento, castigado por un sol inclemente y un viento que levanta nubes de polvo.

EL CALOR, PRIMER ENEMIGO

"En 15 días estará perfecto", afirmó ayer, inasequible al desaliento, el comandante Castells, encargado de la logística del despliegue español y que tiene un innegable parecido con Xavier Sard , el presentador de Crónicas Marcianas . Castells y Cuesta llevan en la zona de Diwaniya desde el 7 de julio, preparando la logística de la llegada de las tropas y la coordinación con los mandos estadounidense y polaco.

Parecidos razonables al margen, lo cierto es que el paisaje donde está el cuartel tiene ribetes de planeta marciano, por lo desolador, y las naves donde dormirán los soldados son, además, austeras. Este primer destacamento ocupará cinco construcciones en las que caben 30 camastros de campaña.

Seis ventiladores en el techo y un aparato de aire acondicionado, alimentados por generadores, son la principal arma contra el calor, junto a unas neveras de corcho blanco llenas de hielo en las que se mantiene la bebida fría gracias a grandes barras de hielo. Pura tecnología punta iraquí.

"¿Sabe si vienen mujeres con los soldados? ¿Cómo se dice guapa en español?". Por varios motivos, pero sobre todo porque su llegada implica que ellos podrán regresar a sus hogares, los marines de EEUU esperan con los brazos abiertos a sus colegas españoles. "Tienen buena pinta, no está mal", comentaba un marine con ojo crítico --hablando de cuestiones militares-- cuando el destacamento español formó en un descampado del cuartel.

"Los estadounidenses nos han tratado bien. Es sorprendente cuánta gente habla español en ese Ejército, no sólo los de origen hispano conocen el idioma", comenta el comandante Castells. Entre los mandos españoles también había ayer buenas palabras sobre los oficiales polacos bajo cuyo mando estarán las tropas españolas. "Tienen las cosas muy claras", comenta uno de ellos.

CHAPURREAR EL CASTELLANO

La llegada de la dotación española no tuvo ninguna fanfarria, pese a lo histórico de la misión. Los marines estadounidenses miraban a los españoles con calma, casi con desidia. Por no haber, no había ni los omnipresentes medios de comunicación públicos. Ni TVE, ni RNE.

Eso sí, Diwaniya pronto chapurreará español. Ayer, algunos niños ya gritaban "Hola, Pepsicola", en cuanto intuían que su interlocutor era español. La misma frase que usan los vendedores ambulantes en El Cairo o en Ammán. Las coletillas no tienen frontera.

Cansados, los soldados españoles llegaron ayer. Era sólo una parte de la dotación que a finales de agosto se desplegará en la zona. Así, ya puede decirse que España forma parte de las fuerzas de ocupación de Irak.