Hablar del futuro de Haití ha sido siempre complicado, una dificultad intrínsecamente relacionada con un complejo y turbulento pasado. Pero la mirada hacia delante se hizo más imprescindible que nunca tras el terremoto del 12 de enero, que dejó 300.000 muertos, más de un millón de desplazados y en ruinas un Estado que ya antes se podía considerar débil.

El miércoles, en la celebración de una cumbre de donantes en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el goteo incesante de compromisos de miles de millones de euros regó de esperanza el futuro del país caribeño. Se superaron las peticiones a la comunidad internacional del Gobierno de René Preval de 2.800 millones para los próximos 18 meses. Es, eso sí, una ayuda que no llega sin reclamaciones. ¿Las principales? Plena democracia, más transparencia y erradicación de la corrupción.

"Lo que imaginamos hoy es una renovación nacional absoluta, un radical ejercicio de construcción nacional a una escala y de un alcance no visto en generaciones", dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al inaugurar la conferencia, en la que participaron 120 países, organizaciones internacionales y agencias de ayuda.

Se reconoce que, como señaló la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, "lo que pase en Haití tendrá repercusión más allá de sus fronteras". O lo que destacó la vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega: "Habrá un antes y un después en la cooperación internacional".

LABORATORIO MUNDIAL Haití vuelve a ser, indudablemente, un laboratorio mundial. Tras abandonar los intentos de colaborar con el Gobierno de Puerto Príncipe ante los flagrantes abusos cometidos por los ejecutivos de los Duvalier, en los años 90 se apostó por canalizar la ayuda a través de la extensa red de oenegés, un entramado de más de 10.000 grupos que hizo que Haití fuera conocido como "la república de las oenegés".

La apuesta ahora es una tercera vía: reforzar las instituciones y dejar en manos del Estado, bajo vigilancia externa, las riendas. El empeño por salvar a la pequeña nación ha logrado unir a países enfrentados como EEUU y Cuba y Venezuela. "Es lo único en lo que estamos de acuerdo", dijo el expresidente Bill Clinton, enviado especial de la ONU para Haití. Clinton se encargó de recordar que hay necesidades acuciantes. Entre ellas, trasladar a entre 20.000 y 40.000 personas que corren el riesgo de ahogarse en los campamentos cuando empiece la temporada de lluvias.