Emblema de la universidad francesa y de la revuelta de mayo del 68, la Sorbona es también desde el viernes el símbolo de la movilización contra el Contrato de Primer Empleo (CPE). Los estudiantes se oponen con inesperada virulencia a este nuevo contrato laboral para jóvenes impulsado por el primer ministro francés, Dominique de Villepin, que contempla la posibilidad del despido sin justificación durante los dos primeros años.

Siguiendo el ejemplo de sus mayores, los estudiantes franceses han optado por la ocupación de los centros universitarios como señal de protesta. La elegida, el viernes, fue la Sorbona, pero el desalojo no se hizo esperar. En la madrugada de ayer, los antidisturbios intervinieron a golpe de gases lacrimógenos y porrazos. Puño en alto y al grito de "resistencia pacífica" y "el movimiento continúa", los más de 200 jóvenes que se habían atrincherado en el interior acabaron por irse a casa. Once fueron detenidos en la intervención y otros 25 tras los enfrentamientos posteriores en el Barrio Latino. "Lamento que haya habido que llegar a eso", dijo el presidente de la Sorbona, Jean-Robert Pitte.

El ministro de Educación, Gilles de Robien, también insistió en este aspecto. "He aquí lo que ocurre cuando se cae en la agitación", explicó ante la prensa en una visita a la universidad. El ministro mostró libros valiosos destrozados por los estudiantes y afirmó que durante el encierro lanzaron muebles, ordenadores y extintores contra la policía. En realidad, los daños constatados son más bien limitados, puesto que los estudiantes se abstuvieron incluso de escribir en las paredes los eslóganes contra la CPE, y usaron hojas de papel con el objetivo de no estropear los frescos.

"Ni la revolución ni los revolucionarios son lo que eran", comentó un profesor, activista en el 68. En el patio de la universidad sólo se quemaron octavillas del UNI, el sindicato de derechas favorable al CPE. Restos de comida y latas se amontonaban en el anfiteatro donde se celebraron las asambleas con la única reivindicación de "evitar la precariedad que acompaña los contratos basura". A la intervención de los antidisturbios, los estudiantes respondieron con el lema: "Policía nacional, milicia del capital".

Al contrario que sus padres, que en el 68 pedían "la imaginación al poder", los okupas de la Sorbona quieren un "empleo estable y seguro" y exigen que se retire el CPE --que denuncian como un factor de precariedad y un ataque al derecho laboral--, adoptado por el Parlamento.

Según la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), principal sindicato estudiantil, unas 45 de las 84 universidades de Francia están afectadas por ocupaciones, bloqueos o huelgas, cifra que el Ministerio de Educación rebaja a poco más de 30. Las protestas se extienden como la pólvora, así como la indignación por el desalojo de la Sorbona, calificado de "inadmisible, ilegítimo y escandaloso" por el presidente de la UNEF, Bruno Julliard.

Villepin no cede

Julliard lanzó igualmente un mensaje al primer ministro, Dominique de Villepin, que será entrevistado hoy en el telediario de mayor audiencia del país: "Que no se crea que con pequeñas modificaciones va a calmarlos". Aunque debilitado por la caída de su popularidad y pese a la oposición de la mayoría de los franceses al CPE y las dudas en el seno de la mayoría gubernamental de derechas, Villepin se niega a dar marcha atrás sobre el nuevo contrato, que defiende como una herramienta para combatir el paro entre los jóvenes.

El rector de la Universidad de Nantes fue el primero en apoyar las peticiones estudiantiles y exigió al Gobierno la retirada de los nuevos contratos. Ayer fueron los rectores de las universidades de Toulouse, Grenoble y Rennes los que se pronunciaron a favor de la protesta.