Una Iglesia centralista y centralizada o una Iglesia unida pero que reconozca el pluralismo de sus distintas comunidades. Una Iglesia que responda sólo no a los desafíos de las sociedades modernas o que proponga alternativas reales. Estas fueron, en síntesis, las disyuntivas que ayer presentó, a los 115 cardenales que a partir del lunes elegirán al nuevo papa, el capuchino Rainero Cantalamessa, uno de los dos predicadores escogidos para exponer a los electores la radiografía del mundo y de la Iglesia católica. Y éste es el debate que divide a los purpurados.

SERMON SECRETO El texto del sermón ha sido declarado secreto por el decano de los cardenales, Joseph Ratzinger, mientras que en cónclaves pasados había sido distribuido a los informadores. Aun así, se han producido filtraciones, porque no todos los cardenales aprueban este silencio impuesto por decreto.

Tampoco lo aceptan algunas organizaciones de católicos de a pie, como Somos Iglesia y otras, que en estos días dan ruedas de prensa en Roma para pronunciarse sobre las cuestiones que el catolicismo tiene sobre la mesa. "Las mujeres cuentan poco", dijo ayer Adriana Valerio, de Somos Iglesia, que pidió "puestos de responsabilidad y no de suplencia". El portavoz de la Comunidad de San Egidio, Mario Marazziti, pidió "un papa de diálogo".

El tema de la colegialidad (o democracia interna) sigue dominando los debates en las reuniones diarias de los cardenales y ya ha provocado la primera formación de dos partidos diferentes. Los cardenales norteamericanos y alemanes, cuyas iglesias aportan una cuarta parte del presupuesto vaticano, se oponen a la candidatura de Joseph Ratzinger, hasta el punto de haberle interpuesto un veto. Su líder simbólico sería el exarzobispo de Milán, el jesuita Carlo Maria Martini, jubilado en Jerusalén, quien hace 10 años solicitó un nuevo concilio para tratar sobre las reformas internas y el desafío del mundo moderno.

Pero en las reuniones oficiales de la mañana y, sobre todo, en los encuentros informales que se celebran por la tarde y la noche en varios institutos religiosos de Roma, los cardenales se enfrentan sobre el camino a seguir tras Karol Wojtyla. La diferencia de puntos de vista sería tal que algunos calculan que el cónclave podría ser más largo de lo previsto, por más que dos cardenales hayan dicho que "será breve, muy breve" o "cuestión de tres días, no más".

El cardenal Godfried Danneels ha sido particularmente duro con la curia diciendo que debería tratarse de un órgano más reducido y que sus poderes deberían pasar a los obispos.