"¿Qué hay de malo en que uno prefiera ver El Código da Vinci en lugar de empujarse la Mesa Redonda ? Yo le tiro trompetillas a Bush George, presidente de Estados Unidos pero no soporto que me digan que todo está bien".

Vestida de enfermera, Esperanza busca entre anaqueles repletos de vídeos hasta el techo, perfectamente ordenados con filmes de acción, comedias, dramas, ciencia ficción... "Quiero desconectar, eso es todo. Trabajo poniéndoles hemodiálisis a niños y cuando me siento ante el televisor no deseo ver tragedias. Relax, para mañana llegar sonriendo ante ellos".

Está en una casa en el corazón del Vedado, en un banco de películas clandestino, aunque todo el mundo en el barrio sabe donde se encuentra, como aquellos bares de Chicago durante la ley seca. El negocio marcha bien. A cada rato a Miguel, el dueño, le avisan de que viene una redada. Lo desarma todo y pasa las películas a un vecino. La sangre no llega al río.

Como Corea del Norte

"Yo no me meto en temas políticos, ni alquilo materiales pornográficos, pero hay gente que se cree que Cuba es Corea del Norte. Talibanes de la ideología, fundamentalistas. Consigo las últimas películas bajadas de internet. En su trabajo hay banda ancha, de lo contrario es imposible porque no te dan el acceso y, si lo logras, la conexión es muy lenta".

Esta variante, la de alquilar vídeos, es la más barata. Quien cuenta con recursos se hace con una parabólica (parábola, como la llaman los cubanos), la mayoría de confección criolla, para captar directamente del satélite. La forma más común de ocultarla es dentro de un tanque de agua de plástico negro. Se coloca en la azotea, con una instalación falsa de entrada y salida de agua para engañar a los chivatos. Este tipo de antena puede ser destinada a un ordenador, al que se le adiciona una tarjeta; o a un equipo de los llamados de mesa. Todo entra ilegalmente. Las tarjetas son más manejables y permiten burlar los controles aduaneros. La ley prohíbe también importar vídeos o DVD.

También existe la variante de las tendederas. Alguien que baja la señal, vende el servicio a los vecinos por medio de cables que van colados de casa en casa. Una sola parabólica sirve a muchos. El alquiler no es caro. Si la detectan las autoridades, confiscan los medios y multan.

"Hay mil maneras" de esquivar las prohibiciones, dice Miguel. "La gente se las agencia, los hackers piratean los códigos. Todo tomó más fuerza cuando se desmerengó la Unión Soviética. En la época de los betas, se cayó el muro de Berlín y la ayuda del CAME. Hubo una especie de resquebrajamiento y el partido decidió emprender la batalla de ideas, con la que nos mantienen sobresaturados de política", concluye Miguel.

La Mesa Redonda , nombre con el que se llama en Cuba a la televisión, es la piedra angular de esta política informativa. Son programas que empiezan, pero a veces no se sabe bien cuando acaban, y luego se reponen, incluso los domingos. En el panel todos están de acuerdo. No hay ningún debate.

"Yo estoy en este negocio y así me gano la vida, en la cuerda floja. Pero no soy tonto y sé que los americanos hacen su juego para socavar al régimen, y los de aquí se defienden y contraatacan", dice Miguel. "El ejemplo es claro: ellos allá sellaron a los piratas los canales de gama alta, por encima de 100, digamos, y dejaron casi libre los bajos, que son los de Miami, el enemigo número uno . Por eso podemos ver aquí los canales que atacan al Gobierno. Sí, es una guerra o una batalla, como quiera. En el medio estamos nosotros".