La mayoría de los estadounidenses considera el conflicto de Irak como una guerra perdida, según confirmó ayer un sondeo de Ipsos, pues solo un 9% de los ciudadanos espera una clara victoria en la nación árabe, frente al apabullante 87% que está convencido de que la sangrienta guerra se cerrará con un compromiso político.

Este creciente pesimismo popular en torno a una guerra que le ha costado ya a EEUU 2.900 soldados muertos y 400.000 millones de dólares pesa cada vez más sobre el presidente, George Bush, forzado a hallar rápidamente una salida para los 140.000 soldados desplazados a Irak.

Ayer Bush recibió en la Casa Blanca a los líderes del Congreso para estudiar la candente situación de Irak, donde la violencia se cobra cada día un río de víctimas. "Hemos de empezar a mover a los militares, enviarlos fuera de Irak y empezar a repatriarlos", subrayó tras el encuentro el senador demócrata Richard Durbin.

El presidente, que anunciará en un discurso sus planes con respecto a Irak, está sumido en un aluvión de reuniones para encontrar una salida al conflicto. El lunes se desplazará al Departamento de Estado con este objetivo, y por la tarde recibirá en el Despacho Oval a un grupo de expertos, mientras que el martes consultará a los mandos militares en Irak.