La última vez que este periódico habló con Nidal, hace más de un año, esta iraquí judía malvivía gracias al paupérrimo sueldo que sacaba de limpiar de vez en cuando la clandestina sinagoga de Bagdad. Nidal tenía entonces 32 años, y era la mujer más joven de la disminuida comunidad judía de la ciudad, que no llegaba a una veintena de personas. Casi analfabeta, si Nidal ha sobrevivido a este año de muerte lo tendrá difícil, como tantos otros, para participar libremente en las elecciones del próximo domingo, a causa de las catastróficas condiciones de seguridad en Bagdad. Sin embargo, técnicamente, alrededor de 100.000 iraquís que viven en Israel podrían votar.

La confusión y la polémica sobre el teórico derecho al voto de los israelís de origen iraquí es un ejemplo más de la sinrazón de este tinglado que EEUU ha montado en Irak bajo el nombre de elecciones. Alrededor de un millón de iraquís que viven fuera del país pueden registrarse en 14 países --Australia, Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania, Irán, Jordania, Holanda, Suecia, Siria, Turquía, los Emiratos Arabes Unidos y EEUU-- para votar. Se estima que los países donde hay más iraquís son Siria e Israel, con unos 250.000, aunque no todos tienen la edad necesaria.

Según lo estipulado por el Organismo Internacional para las Migraciones (OIM), cualquiera que presente dos documentos que testifiquen su origen iraquí o el de su padre --el de la madre no sirve-- puede votar aunque tenga otra nacionalidad o haya nacido en otro país. Son válidos pasaportes, carnets de conducir, certificados de nacimiento y títulos académicos y de propiedad. Bajo estas normas, los judíos iraquís y sus descendientes que emigraron a Israel --sobre todo tras la guerra de 1948-- pueden inscribirse. "No hay restricciones en cuanto a religión, raza o sexo. Por tanto, los actuales ciudadanos israelís pueden votar", dijo Sarah Tosh, una portavoz de la OIM.

Portavoces del Gobierno iraquí se apresuraron a decir que los israelís no serán autorizados a participar. "Quien se presente con documentación israelí no podrá votar porque Irak no reconoce ese país", dijo el portavoz gubernamental Farid Ayar. Esto significa que un iraquí que viva en Canadá podrá votar y otro que vive en Israel, no.

En cualquier caso, la comunidad iraquí-israelí ya ha anunciado que no tiene intención de votar, entre otras cosas porque el centro de registro más cercano está en Ammán. "El 99% de los judíos iraquís no votarán porque se sienten israelís", explicó el diputado Ran Cohen.

Oportunidad histórica

Mordejai Ben Porat, director del Centro Babilonia para la Herencia Judía, se lamenta de que se perderá una "oportunidad histórica para facilitar el establecimiento de relaciones entre Irak e Israel".