El dilema al que se enfrentaban los demócratas era simple. O sacaban adelante la propuesta tributaria consensuada por su jefe con los republicanos o se convertían en el blanco de las críticas del electorado por permitir una subida de impuestos que afectaría por igual al conjunto de los estadounidenses, ya sean ricos, de clase media o con escasos recursos. Y eso, tras el batacazo de noviembre y con las presidenciales cada vez más cerca, parecía una utopía.

Algunos analistas aseguraron ayer que al final triunfó la razón y Barack Obama se apuntó una pequeña victoria legislativa, aunque el impacto que puedan tener las concesiones que ha hecho en las relaciones con buena parte de su partido está por ver. Los demócratas más progresistas siguen atónitos viendo al presidente retractarse de una de sus principales promesas electorales: acabar con los beneficios fiscales que disfrutan los más ricos.

Probablemente nada de esto habría ocurrido de no ser por el nuevo contexto político que salió de las urnas tras las legislativas de noviembre. Los demócratas perdieron la mayoría en la Cámara baja y los republicanos lograron arrebatarles algunos escaños importantes en el Senado. Un nuevo reparto de poderes que marcará la segunda parte del mandato de Obama, que de momento sigue siendo favorito para ganar a los republicanos en el 2012, según una encuesta.

BENEFICIOS El presidente logra así su primer gran acuerdo con la oposición en este nuevo marco, que quedó patente en el resultado de la votación en la Cámara de Representantes. De los 148 legisladores que votaron en contra del plan fiscal, 112 eran demócratas, y de los 277 que apoyaron la propuesta, 138 eran republicanos.

Los beneficios fiscales aprobados durante el primer mandato de George Bush expiraban este 31 de diciembre y unos 150 millones de estadounidenses de toda clase y condición seguirán disfrutando de ellos otros dos años. Desde el equipo económico de Obama insisten en que ayudará a impulsar el crecimiento, aunque en medio del debate sobre el abultado déficit hay voces críticas que denuncian que costará a las arcas públicas más de 800.000 millones de dólares.

El dirigente se apunta otro tanto al extender 13 meses las ayudas que reciben los parados de larga duración, un plan de 57.000 millones de dólares al que los republicanos no habrían dado el visto bueno a no ser que obtuviesen algo a cambio. Ahora habrá que ver si la propuesta diseñada por la Casa Blanca logra incentivar el consumo y bajar algunas décimas la tasa desempleo, que continúa en el 9,8%.

La de los impuestos no es la única patata caliente en la agenda prevista en el Capitolio. Los congresistas seguirán trabajando en temas como el tratado de reducción de armas nucleares con Rusia.