Tras el periodo vacacional, el Congreso de EEUU, de mayoría demócrata, regresó ayer al trabajo con un claro objetivo en la agenda: Irak. En los próximos días, George Bush afrontará el mayor desafío de los congresistas para minar su capacidad para dirigir la guerra y provocar el repliegue de las tropas.

Ambas cámaras acogerán --ayer fue la primera-- sesiones y testimonios para dilucidar si la estrategia de Bush en el país árabe está dando frutos. Las diferentes partidas presupuestarias (el 30 de septiembre acaba el año fiscal) y un proyecto de legislación sobre el Pentágono serán los caballos de batalla para doblegar la voluntad de Bush de seguir en Irak. El objeto del deseo son los congresistas republicanos que temen, con razón, que la guerra les pase factura en las elecciones del próximo año.