Marielle Franco, líder feminista y de una de las comunidades más pobres de Río de Janeiro, Maré, la quinta legisladora comunal más votada en el 2016, fue acribillada este jueves cuando regresaba a su casa después de participar en un acto por los derechos de las afrobrasileñas en el centro de la 'ciudad maravillosa' cada vez más teñida de sangre. Un automóvil la interceptó sorpresivamente. El cuerpo de la concejal recibió cinco disparos que resonaron en todo el país. Tenía 39 años.

El atentado, que nadie se atribuyó hasta el momento, provocó a su vez la muerte de su chófer. Franco era militante del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), una escisión del Partido de los Trabajadores (2003) de Luiz Inacio Lula da Silva. El presidente de Brasil, Michel Temer. expresó una lacónica condena de lo ocurrido en Río. Sus palabras no fueron solamente de condolencia. Sirvieron para justificar una vez más la intervención militar de la ciudad con el alegado propósito de combatir al narcotráfico.

La emboscada fatal y calculada contra Franco tuvo lugar pocas horas después de que en el estado nororiental de Pará fuera asesinado el dirigente ambientalista Paulo Sergio Almeida Nascimiento, quien había denunciado la connivencia entre policías y la empresa noruega Hydro Alunorte. La violencia está normalizada en un Brasil donde matan a diario a 155 personas. En Río de Janeiro tuvieron lugar 4.017 homicidios el año pasado. Pero lo ocurrido con Franco provocó una súbita estupefacción general, entre otras cosas porque su caso no es ajeno a la situación que enfrenta la ciudad. “Estoy estremecida e indignada”, dijo la presidenta destituida Dilma Rousseff. “Se trata de un crimen contra toda la sociedad”, señaló la Orden de Abogados de Brasil (OAB).

La difunta concejal se había iniciado en la política hace 13 años cuando una “bala perdida” mató a una amiga en medio de un tiroteo entre policías y narcotraficantes. Luego se unió al PSOL. Formaba parte de una comisión de la legislatura carioca que debe vigilar la actuación del Ejército. Pero, además, la voz de la líder de las favelas (barrios marginales) levantadas entre la Línea Amarilla y la avenida Brasil, donde viven unas 130.000 personas, se había escuchado con fuerza días atrás cuando denunció la muerte de dos jóvenes por balas policiales.

Críticas a Temer

El diputado del PSOL Marcelo Freixo consideró en ese sentido que la suerte de Franco no fue ajena a su actividad política. Freixo se reunió con el jefe de la Policía Civil, Rivaldo Barabosa, quien no descartó la existencia de “motivaciones” de un crimen que calificó de “gravísimo”. Pero sus declaraciones no llevaron tranquilidad a esa fuerza de izquierda. “No vamos a aceptar que Temer use ese episodio para justificar la intervención en Río de Janeiro”, dijo el presidente del PSOL, Juliano Medeiros. El Gobierno central, añadió, tiene la obligación de “dar una respuesta” esclarecedora a lo que consideró un “crimen político".

Para la revista 'Carta Capital', el asesinato de Franco “eleva la presión sobre el trabajo del interventor”, el general Walter Souza Braga Netto. “Espero que el interventor tenga mucho interés en resolver el caso, pues ese crimen arroja una sombra sobre el momento que estamos viviendo”, señaló el académico español Ignacio Cano, coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. “No hay duda de que ese crimen muestra que el circuito de la violencia en Río de Janeiro está convencido de su impunidad”, dijo también a 'Carta Capital'.