Los sicarios del narcotráfico mexicano hicieron jornada doble el domingo para convertir a enero, con 906 asesinados, en el mes más violento del sexenio, aún a mitad de mandato del presidente, Felipe Calderón, que les declaró la guerra. Y con una nueva vuelta de tuerca a la crueldad y el horror, ametrallaron dos fiestas estudiantiles, en una casa de Ciudad Juárez y en un bar de Torreón.

Pese a que millares de militares patrullan sus calles, la fronteriza Ciudad Juárez se confirmó como el laboratorio de horrores más violento de México. En una fiesta de cumpleaños, los asesinos separaron a las chicas, sacaron a los chicos al patio y los ametrallaron. Un familiar dijo después que el homenajeado sobrevivió, pero que su padre era uno de los tres adultos muertos junto a 13 jóvenes de entre 15 y 17 años. La policía encontró 10 cuerpos y más de 150 casquillos. La mitad de otros 12 heridos graves murieron en el hospital.

La otra matanza fue en un bar del centro de la también norteña Torreón. Los sicarios llegaron en tres vehículos y dispararon indiscriminadamente dentro y fuera del local, hasta dejar 12 muertos y otros tantos heridos.