El primer ministro iraquí, Alaui, ha decretado el estado de emergencia para intentar frenar la violencia. Sin embargo, no dispone de fuerzas propias para hacerlo. Para ganar legitimidad debe garantizar la seguridad y la celebración de elecciones libres; para ganar credibilidad ante la población y los líderes políticos y religiosos, debería exigir la retirada de las tropas ocupantes, que le han puesto en el poder. Una contradicción irresoluble que hace muy difícil estabilizar la situación política, garantizar los servicios básicos y acabar con los atentados de la resistencia.

*Catedrático de Historia.