El aeropuerto de La Isabela, a escasos kilómetros de la capital de República Dominicana está repleto de periodistas. Es un recinto pequeño, de vuelos regionales, para albergar a los 200 reporteros que esperan embarcarse con destino al aeropuerto de Puerto Príncipe, la devastada capital de Haití. La Isabela es el único cordón umbilical que les permite acceder al caos en el que está sumergido el país vecino tras un devastador terremoto.

En La Isabela hay listas de espera para hacerse con una plaza en un avión y los precios se han disparado. El billete que hace unos días costaba 100 dólares (unos 145 euros), hoy se cotiza a 500 dólares. En el panel del aeropuerto se anuncia la salida durante esta mañana de tres vuelos, pero muchos periodistas están negociando directamente con los pilotos de aviones privados para llegar a Puerto Príncipe.

La distancia entre el oasis dominicano y el infierno que vive Puerto Príncipe es escasa, apenas 400 kilómetros: 45 minutos de vuelo. Pero el avión es el medio de transporte más recomendable. Ni siquiera el aeropuerto de la capital está en condiciones: hay problemas en la torre de control y no hay luces en las pistas. Además las entradas y salidas de vuelos están reservadas para hacer llegar la ayuda humanitaria.

Situación insegura

Las autoridades recomiendan no viajar por carretera de noche porque en Haití la situación es muy insegura. Muy pocos periodistas han optado por desplazarse en coche, ya que se desconoce como están los accesos a Puerto Príncipe, una ciudad arrasada en la que no hay nada: ni luz, ni agua, ni teléfono, ni tampoco comida.

Los equipos de ayuda que esperan en La Isabela embarcar hacia Haití recomiendan a la gente que lleve provisiones: comida y cinco litros de agua por persona. Antes de viajar a Puerto Príncipe hay que abastecerse en las tiendas de Santo Domingo. El consejo es transportar lo que una persona puede llevar encima. En la capital haitiana no hay lugar donde quedarse, no hay nada de nada.