Corea del Norte ha aclarado a Estados Unidos que padecerá sufrimientos inéditos si sigue amontonando sanciones económicas. La última entrega del serial de amenazas llega horas antes de la más que probable reunión de la ONU donde se discutirán los castigos por el reciente ensayo nuclear de Pionyang.

«Si Estados Unidos lleva adelante su ilegal resolución con sanciones agravadas, la República Popular de Corea se asegurará de que pague su debido precio», dice el Ministerio de Exteriores. «Nuestras siguientes medidas causarán a Estados Unidos el mayor dolor y sufrimiento por el que ha pasado en toda su Historia», añade el comunicado publicado en la agencia oficial KCNA.

En el comunicado se aprecia el desesperado intento por agravar el tono cotidiano. Está previsto que, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Washington acuda con una propuesta de sanciones bajo el brazo. Los estadounidenses han dedicado la semana a filtrar a la prensa las diferentes versiones. La primera era demoledora: prohibía las importaciones de petróleo y las exportaciones de carbón y textiles, contemplaba el congelamiento de bienes de Kim Jong-un y la expulsión de los trabajadores norcoreanos en el exterior.

El nuevo borrador se explica por las reticencias de Rusia y China de empujar a Corea del Norte al precipicio. La ONU ha aliñado durante décadas cada nueva ronda de sanciones con la entusiasta aclaración de que, esta vez sí, serían definitivas. Y los expertos concluyen que el embargo de petróleo, esta vez sí, lo será.

El paisaje de caos y revueltas que pretende Washington desde la tranquilidad que ofrece la lejanía se ve con bastante más inquietud desde las fronterizas China y Rusia. Pekín y Moscú están radicalmente en contra de los desmanes de Pionyang pero la alternativa de un país con arsenal nuclear y descontrolado les causa una inquietud insuperable muy comprensible. En las últimas semanas se han esforzado en subrayarlo.

La prensa oficial china ha aclarado que la coyuntura exige mantener la cabeza fría, confiar en la diplomacia y olvidarse de medidas sin vuelta atrás. Vladímir Putin, presidente ruso, ha negado la eficacia de las sanciones y vaticinado que los norcoreanos «antes comerán hierba» que jubilar el programa nuclear que les asegura la supervivencia frente a la amenaza estadounidense.