Mientras la ONU discutía nuevas sanciones, Corea del Norte subrayó ayer su autismo con el lanzamiento de dos nuevos misiles. La maniobra revela los límites de la diplomacia frente a Kim Jong Il, un dictador apenas preocupado de su supervivencia personal y desinteresado en las sanciones que, en cualquier caso, solo sufriría su sufrido pueblo. Pyongyang había aliñado su ensayo nuclear del lunes con el lanzamiento de tres misiles de corto alcance. Ayer, sumó otros dos y el Departamento de Estado de EEUU dijo que "pagará el precio del camino que ha emprendido".

Según la agencia surcoreana Yonhap, un misil tierra-aire y otro tierra-mar, con un alcance de 130 kilómetros, fueron disparados ayer desde Hamhung; es decir, frente a la costa de Japón, justificadamente asustado por los desmanes norcoreanos. En Japón, único país que ha sufrido la bomba nuclear, crece el debate sobre la reforma de su ejemplar Constitución pacifista.

TRANQUILIZADOR EEUU dedicó el día a tranquilizar a Japón y a Corea del Sur, aliados en la zona. Los ministros de Defensa de los tres países se reunirán el sábado en Singapur, con la crisis coreana como asunto dominante. El presidente, Barack Obama, recordó su "inequívoco compromiso" de defensa a su homólogo surcoreano, Lee Myung-bak, quien le pidió que no se vuelva a "recompensar" a Corea del Norte con ayuda humanitaria, como ocurrió tras el ensayo nuclear del 2006. Lee, además, aceptó participar en la red de vigilancia marítima, un asunto sensible que enfangará aún más su relación con Pyongyang.

Esa red, creada por el expresidente George Bush en 1994 e integrada por 94 países, busca interceptar barcos sospechosos de cargar armas nucleares. Pyongyang siempre la ha tachado de "terrorista" y ha aclarado a Seúl que entendería su firma como una declaración formal de guerra. Los predecesores de Lee la habían rechazado. Ambas Coreas permanecen en estado técnico de guerra, ya que ningún tratado de paz puso fin al conflicto en 1953. En suelo surcoreano permanecen 25.000 soldados de Estados Unidos.

Corea del Norte se mostró ayer preparada para cualquier "ataque preventivo" estadounidense, según un comunicado oficial. Además, el régimen de Pyongyang acusó a la Administración de Obama de "seguir los mismos pasos de la política militar hostil y aplastante" de su predecesor, George Bush.

La reacción de Obama, compatible con la invitación al diálogo, fue ampliada ayer por su embajadora en la ONU, Susan Rice, quien adelantó que las sanciones que se discutirán en la ONU no solo serán económicas. La adopción de sanciones no es segura, por el veto del que disponen Rusia y China.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también censuró ayer el ensayo nuclear. "La única opción viable para seguir siendo un miembro respetable de la comunidad internacional es volver a la mesa de diálogo". Pyongyang se retiró en abril de las conversaciones a seis bandas (ambas Coreas, Japón, EEUU, China y Rusia) tras condenar el lanzamiento de un misil.