Alos 46 años, Rafael Correa ya entró en la historia ecuatoriana. No solo fue reelegido el domingo con el 51,7% de los votos, sino que lo logró en la primera vuelta, algo que no ocurría desde 1979. Un éxito que, a su juicio, refuerza "el socialismo del siglo XXI a nivel nacional y regional" y le anima a continuar "las reformas para profundizar y radicalizar la revolución ciudadana", mientras la oposición, que fue dividida a la contienda, mastica su quinta derrota.

Pero aunque ayer prometió a sus fieles ser "más radical que nunca", los objetivos del presidente ya tienen un obstáculo en la crisis financiera internacional. Durante su primer mandato, y gracias al alto precio internacional del petróleo y a las remesas de la emigración, Correa pudo sacar adelante numerosos planes sociales y alentar el consumo. Ese mundo ya no existe.

Este año el país recibirá 2.887 millones de euros menos en concepto de exportaciones de crudo. En cuanto a las remesas, la caída será del 25%, unos 609 millones de euros. El déficit fiscal ascenderá a 2.280 millones de euros. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica una caída de la economía del 2%. Correa sabe bien cuál es su desafío: pilotar bajo la tormenta.

ECONOMISTA Correa tiene una biografía peculiar. Hijo de una familia humilde de Guayaquil, fue educado por los salesianos y los Boy Scouts. Se doctoró en Economía en EEUU, adonde había emigrado su padre, y obtuvo un máster en la Universidad de Lovaina. Fue misionero en una comunidad indígena y allí aprendió el quechua. De la enseñanza universitaria pasó al Ministerio de Economía en el Gobierno de Alfredo Palacio. Y de allí a la presidencia, en el 2006.

Alrededor de su figura se ha formado la Alianza País, que gobernará con mayoría legislativa. Solo el excoronel Lucio Gutiérrez, como un fantasma de la "vieja política", logró con el 28% de los votos canalizar el malestar de parte de la clase media y alta con un presidente que, a su vez, los desprecia.

Y ese desdén por los representantes del "viejo orden" se manifestó apenas fue confirmada su victoria. Consultado sobre la posibilidad de buscar acuerdos con la Sociedad Patriótica, el partido de Gutiérrez, o con los seguidores del magnate bananero Alvaro Noboa, Correa dijo que una concertación "impone excepciones por ética, por principios".

"El mandatario ha insistido en que el proyecto político no tiene un perfil caudillista, pero esas palabras tendrán que concretarse en gestos que lo muestren como un jefe de Estado maduro, respetuoso, pluralista, capaz de admitir que una de sus obligaciones prioritarias es convocar a un acuerdo nacional", advirtió el diario El Comercio . Para Hoy , con las elecciones del domingo ha terminado en Ecuador un periodo de estable transición. En adelante, la sociedad esperará que el Gobierno haga realidad las transformaciones prometidas.