Apenas habían pasado 24 horas del anuncio del dictamen del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya avalando la independencia de Kosovo cuando la policía detuvo al gobernador del Banco Central de aquel país, Hashim Rexhepi, en el marco de una investigación anticorrupción. No hay una relación de causa a efecto entre uno y otro hecho, pero el segundo es la expresión del cáncer que corroe y pone en entredicho la viabilidad de aquella independencia. La corrupción puede inclinar la balanza de lo que algunos llaman un Estado embrión con opciones de futuro, a un Estado fallido. La lucha contra esta práctica tan extendida, en cambio, puede aproximar a Kosovo a la Unión Europea (UE).

La operación --que incluyó registros en la sede del banco y en los domicilios de Rexhepi y otros tres sospechosos--, hecha por la policía y por miembros de Eulex, la misión policial y jurídica de la UE, investigaba sobornos, evasión fiscal, tráfico de influencias y blanqueo de dinero. No es la primera vez que la lucha anticorrupción apunta tan alto. El pasado abril, el despacho del ministro de Transportes, Fatmir Limaj, conocido como el constructor de carreteras, fue objeto de un registro policial. Entre el 2007 y el 2009 se han construido 1.000 kilómetros con la participación de numerosas empresas y un coste de 170 millones de euros, explicó Lawrence Marzouk en Balkan Insight. El pasado año este ministerio se llevó la tercera mayor porción de los presupuestos de Estado. Existe la sospecha de que ha habido corrupción en las concesiones, con la implicación de varios funcionarios públicos.

EL CRIMEN ORGANIZADO Kosovo no es un lugar particularmente violento. Es bastante seguro. El auténtico problema es el crimen organizado a gran escala que controla tráficos ilegales y se sirve de la corrupción. El Departamento de Estado norteamericano asegura que toda la droga de Afganistán con destino a Europa pasa por el pequeño país balcánico.

Según un crudo retrato de la situación hecho en un reciente informe del International Crisis Group (ICG), más de dos años después de que Kosovo hubiera declarado la independencia existe la impresión general de que el país "está dirigido por una élite política sin ley que controla todos los aspectos de la sociedad". El imperio de la ley se aplica de forma desigual; la justicia es débil; policía, fiscales y tribunales actúan de forma errática, con una propensión a la interferencia política y al abuso de poder, y los jueces, mal pagados, asisten desmoralizados y exhaustos a la resolución extrajudicial de disputas mediante la violencia y los sobornos. Todo ello si contar el total desbarajuste policial y judicial, en el norte, en la zona de mayoría serbia que se niega a reconocer al Gobierno de Prístina.

Desde el 2008, el Gobierno de Hashim Thaci ha conseguido pilotar la transición hacia la independencia de forma pacífica, conservando el legado de la UNMIK, la Administración interina de la ONU.