El nacionalismo corso se situó ayer en posición privilegiada para refrendar el poder alcanzado por primera vez en diciembre del 2015, tras arrasar en la primera vuelta de las elecciones regionales de Córcega con el 45,36% de los votos. La coalición del autonomista Gilles Simeoni y del independentista Jean Guy Talamoni, Por Córcega, que reclama un estatuto de autonomía de pleno derecho en los próximos tres años con aplicación en los siguientes diez años, partía como favorita en unos comicios a los que fueron convocados 233.988 corsos.

Siete listas electorales aspiraban a gobernar sobre la nueva colectividad única, que verá la luz a partir de enero fruto de la fusión de los dos departamentos actuales de la isla, montañosa y patria natal del emperador Napoleón.

Tras hacerse con la alcaldía de Bastia en el 2014, con el gobierno y la Asamblea regional en el 2015 y con tres de los cuatro diputados de Córcega en las legislativas francesas del pasado junio, para los nacionalistas esta nueva cita electoral, cuya segunda vuelta se celebrará el día 10, era un espejo en el que ver el apoyo ciudadano.

«Córcega envía una señal muy fuerte a París y dice que quiere la paz y la democracia y construir una isla emancipada, para que elaboremos juntos una solución política», dijo anoche un exultante Gilles Simeoni.

La independencia no está de momento en su orden del día, aunque sí dejar en manos de los corsos qué camino tomar en el futuro en esta región, que actualmente representa el 0,4 % del PIB francés.

Los dos partidos de derechas -A strada di l’avvene (14,97 %) y Voir plus grand (12,77 %)- siguieron a los nacionalistas en porcentaje de votos, mientras que se quedaron por debajo del 7% mínimo el independentista radical, el ultraderechista y la formación de izquierdas.