El tiempo apremia. Qué hacer con los muertos. Y, sobre todo, qué hacer con los vivos. Hay que enterrar los miles de cadáveres; tratar de sacar a quien quede con vida bajo los escombros, donde los gritos y lamentos se van apagando; y, sobre todo, socorrer a tantísima gente que ha salvado el pellejo pero no por ello ha escapado del infierno.

"Miles de personas necesitan de forma inmediata intervenciones quirúrgicas y cuidados médicos", explicaba ayer Stefano Zannini, jefe de la misión de Médicos sin Fronteras (MSF) en Haití. La mayoría presentan fracturas abiertas y quemaduras. Y seguían llegando, más y más. MSF ya ha atendido a más de 2.000 y "probablemente, lo peor está por venir", temía Zannini.

La ayuda ha empezado a llegar, pero distribuirla es un desafío enorme. "Tenemos mucho material a punto. Es el estado de las infraestructuras lo que nos limita", explicó ayer un portavoz del Departamento de Estado de EEUU. La coordinación por parte de las también devastadas autoridades locales es inexistente. El aeropuerto de Puerto Príncipe, de una sola pista, se asfixia, y la falta de combustible para los aviones obliga a desviar vuelos a Santo Domingo y trasladar el material por tierra. El puerto está inutilizado, calles y carreteras están destruidas o bloqueadas, y cunden el caos y la desesperación.

POSIBLES DISTURBIOS Si no se logra paliar las necesidades urgentes, como el acceso al agua y la comida, "puede haber disturbios", avisaba el ministro brasileño de Defensa, Nelson Jobim. Desorganizados y sin material ni formación, jóvenes trataban de socorrer a las víctimas y expresaban su rabia cuando veían cómo pasaban sin pararse todoterrenos de diplomáticos o de cooperantes. "No hay Gobierno. No tenemos autoridades", lamentaba una mujer. El Gobierno ha transferido su sede a una comisaría próxima al aeropuerto.

La tragedia sigue sin tener cifras fiables. La ONU calcula que son al menos 300.000 las personas que han perdido su hogar solo en la capital haitiana, y que dos millones necesitan ayuda alimentaria urgente. El terremoto derribó el 10% de las viviendas de Puerto Príncipe, según su estimación provisional, que técnicos franceses elevan al 20% a partir de imágenes vía satélite. En algunas zonas la destrucción alcanza el 50%, dice la ONU, que cifra en 3,5 millones de personas la población del área afectada. Y nadie puede saber todavía cuánta gente ha perdido la vida, pero el ministro haitiano de Salud, Alex Larsen, hablaba de más de 50.000 muertos y 250.000 heridos. Y siguen las réplicas: hasta ayer se habían producido 43.