La crisis constitucional abierta tras el fracaso de la cumbre de Bruselas supone un pésimo inicio de la nueva UE ampliada, debilita enormemente la capacidad de influencia política futura de España en Europa y anuncia un periodo de graves tensiones entre los socios comunitarios.

La pugna por el sistema de voto en el Consejo de Ministros de la UE, que impidió el sábado la adopción de la primera Constitución europea, sintetiza el modelo de Europa que está en discusión: un sistema que estimule la formación de mayorías positivas al servicio del proyecto de integración política europea o un sistema que prime la generación de minorías de bloqueo para salvaguardar el interés nacional.

UNA ESTRATEGIA DE BLOQUEO La propuesta apoyada por casi todos los países de adoptar las decisiones por una mayoría de estados que sumen al menos el 60% de la población de la UE, prevista en el proyecto de Constitución, está orientada a lograr el primer objetivo. La estrategia española de preservar como sea un poder de voto casi igual que Alemania, que le dobla en población, está dirigida a asegurarse la capacidad de bloquear la UE.

El nuevo desafío protagonizado por el presidente del Gobierno, José María Aznar, contra Alemania y Francia (sus principales socios económicos), contra los países fundadores de la UE y, en general, contra la inmensa mayoría de los países comunitarios en una cuestión de tanta envergadura como la Constitución, supondrá un nuevo y grave descalabro a la capacidad de influencia política de España en la UE, según fuentes diplomáticas.

PERDIDA DE PODER España, que en la etapa del PSOE era parte del núcleo impulsor de la UE, ha quedado relegada por la política de Aznar a un nivel similar al de Polonia, su único aliado en la cumbre de Bruselas.

España, que participó desde el principio en la creación del euro y en la supresión de las fronteras interiores de los Acuerdos de Schengen, ha quedado marginada, por ejemplo, de la gestación de la nueva Europa de la Defensa, que la cumbre de Bruselas aprobó el viernes. Mientras el anterior presidente del Gobierno, Felipe González, participaba en las reuniones privadas de los grandes, Aznar está excluido sistemáticamente de las mismas.

RUPTURA EN EL ESTE La crisis constitucional también ha recompuesto las alianzas políticas entre los nuevos miembros del Este. Polonia, por su intransigencia, ha perdido su papel de líder, que había ejercido hasta ahora gracias a su peso demográfico.

El primer ministro húngaro, Peter Medgyessy, no vaciló en la cumbre en dar públicamente la razón a Alemania en la disputa sobre los votos. Hungría, la República Checa y otros países del Este se apresuraron además a expresar su intención de participar en cualquier núcleo de integración europea acelerada que puedan emprender los países fundadores de la UE, en un posicionamiento político en las antípodas del efectuado por Varsovia contra la Europa de las dos velocidades.

El retraso de varios meses que sufrirán ahora la Constitución provocará que las negociaciones se superpongan con las de la fijación de la nueva distribución del gasto y las ayudas comunitarias para el periodo 2007-2013. Alemania, principal contribuyente a las arcas comunitarias, y los otros países podrían usar las ayudas como instrumento de presión para forzar a España y Polonia a flexibilizar su actitud.