La dimisión, el domingo, del arzobispo de Varsovia Stanislaw Wielgus no ha servido para frenar el remolino político en que está atrapada la iglesia polaca por las revelaciones de colaboración de sus religiosos con el espionaje del régimen comunista. Ayer, dos nuevos escándalos aireados por la prensa salpicaron al estamento católico dejando muy mal parada la imagen del obispo Jerzy Dabrowski, una de las figuras de la Iglesia polaca.

Ambos casos fueron aireados por la edición polaca del semanario Newsweek . La revista acusó al fallecido Dabrowski de confidente voluntario de la policía política comunista. Dabrowski, que falleció en un accidente de tráfico hace 16 años, fue uno de los representantes de la Iglesia en las negociaciones de la Mesa Redonda celebradas en 1989 entre el régimen comunista y los representantes de la oposición democrática, que diseñaron la transición en Polonia.

Según la revista, los documentos del archivo del Instituto de la Memoria Nacional demuestran que el obispo fue informador de la policía secreta comunista entre 1963 y 1970 sobre los contactos que tuvo con representantes de la Iglesia polaca y del Vaticano durante su estancia en Roma.

Por si eso fuera poco, el párroco de la catedral de Wawel, Janusz Bielanski, presentó su dimisión después de que se publicara que colaboró con el espionaje comunista entre 1982 y 1989.

El arzobispado de Cracovia, donde está enclavada esa catedral, aceptó la dimisión. "Tras las acusaciones de colaboración con los servicios secretos de la Polonia comunista, el padre Janusz Bielanski ha puesto su cargo a disposición del arzobispo de Cracovia, el cardenal Stanislaw Dziwisz, que ha aceptado su dimisión", señala el texto oficial.

Este nuevo escándalo amenaza con salpicar la figura de Juan Pablo II, pues el párroco Bielanski era un estrecho colaborador del arzobispo Dziwisz, que fue secretario personal del difunto Papa durante los 27 años que duró su pontificado.

El cariz que está tomando la crisis de la Iglesia polaca y el temor a que aparezcan revelaciones comprometedores de otros religiosos llevó ayer al papa Benedicto XVI a pedir que se pase página. "Es importante purificar las tensiones del pasado, promoviendo la reconciliación, pues solo así se podrá construir el futuro", pidió el Pontífice, durante la recepción con los embajadores ante la Santa Sede.