La ONU celebra aniversarios en condiciones cada vez más precarias. Si el 50º aniversario, en 1995, estuvo manchado por las matanzas de Bosnia y Ruanda, el 60º viene manchado de raíz por la debacle de Irak. En efecto, el Consejo de Seguridad, encargado de velar por el orden y la paz en el mundo desde 1945, está en plena crisis. Kofi Annan lo sabe, como sabe que entre sus planes y el de los poderosos del Consejo media un abismo, y mandan los grandes, no el secretario general de la organización, que sufre desde hace meses un duro acoso sin precedentes. Sus deseos de que el Consejo precise con exactitud cuándo y cómo se puede y debe usar la fuerza tiene un problema: la Carta de la ONU ya lo explica muy bien. El problema es la arbitrariedad de los grandes, que con el derecho de veto abusan de su poder. Por ello, introducir los principios de respeto a la legalidad internacional e igualdad ante la ley parece hoy más difícil que nunca. Y, sin embargo, algo habrá que hacer.

*Catedrático de Ciencia Política.