La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca desató sensaciones y promesas sobre un giro en las relaciones entre Washington y La Habana, y las intenciones no han quedado en palabras y siguen transformándose en hechos. Ayer, el Departamento de Estado de EEUU anunció que Cuba ha aceptado su oferta de reabrir las conversaciones sobre inmigración, un diálogo común en los años 90, interrumpido por Bush en el 2004 y que la Administración de Obama planteó recuperar hace 10 días. En sendas notas diplomáticas remitidas el sábado por Jorge Bolaños, el representante de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington, La Habana aceptó reanudar las conversaciones y negociar servicios postales directos entre los dos países, y planteó establecer colaboraciones en asuntos como la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico y la ayuda de emergencia ante desastres. El Departamento de Estado calificó la mera respuesta como "un desarrollo muy positivo".

Se trata de un avance, como lo fue anteriormente la decisión de Obama de eliminar restricciones de viaje y envíos para los cubano-americanos. Pero aún quedan serios escollos. Uno de los principales quedará de manifiesto esta semana, cuando se celebra en Honduras --a partir del martes-- una cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, que ayer inició con un viaje a El Salvador su tercera visita a Latinoamérica en cuatro meses, tratará de frenar en la cumbre los esfuerzos de varios países por acabar con el veto que sacó a Cuba de la OEA en 1962.