La Habana está emitiendo las primeras, aunque muy tímidas, buenas señales hacia la disidencia, al iniciar el traslado de seis presos políticos a cárceles más cercanas a sus hogares, a petición de la Iglesia católica cubana. Desde hacía más de una semana se esperaba que empezase el proceso, que incluye además el ingreso en hospitales de 26 encarcelados, pero no fue hasta ayer que lo confirmó una nota del arzobispado de La Habana.

El anuncio tuvo lugar después de la inédita reunión de hace 15 días entre el presidente cubano, Raúl Castro, el cardenal Jaime Ortega y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Dionisio García. El traslado de presos tiene lugar a dos semanas de que llegue a la isla el canciller del Vaticano, Dominique Mamberti, para participar en la Semana Social de la Iglesia cubana, aunque el cardenal Ortega insiste en que este paso del Gobierno no está vinculado con esa visita.

Los prisioneros trasladados están condenados a penas que oscilan entre 18 y 25 años cárcel. Todos forman parte del llamado Grupo de los 75 (los opositores encarcelados en la primavera del 2003 y de los que 53 permanecen aún entre rejas).