Llama la atención que en unas elecciones en las que un negro puede convertirse en presidente de un país con la historia racial de EEUU se haya hablado tan poco de este tema. Barack Obama lo evita tanto como puede (con la excepción de su discurso en Filadelfia cuando estalló el caso Jeremiah Wright durante las primarias), pero la cuestión siempre ha estado ahí, subyacente, escondida bajo eufemismos como "si Obama tiene un problema de elegibilidad" como defendía la campaña de Hillary Clinton o si el estadounidense medio se siente "cómodo" votando al demócrata. Pero las recientes críticas de la campaña de John McCain al "carácter" del candidato han puesto el tema de actualidad, hasta el punto de que las empresas de sondeos admiten que el factor racial es un imponderable en sus modelos.

Las encuestas son claras: Obama va claramente en cabeza tanto en intención de voto nacional como en los estados claves el 4 de noviembre gracias a que la crisis económica juega a su favor frente a McCain. Sin embargo, los expertos debaten si se está dando lo que en EEUU se conoce como el efecto Bradley. En 1982, el exalcalde de Los Angeles Tom Bradley perdió las elecciones a gobernador de California pese a que llevaba una cómoda ventaja a su adversario en los sondeos. Uno de los argumentos que se utilizó entonces es que los votantes blancos, temerosos de que se les considerara racistas, decían una cosa en los sondeos y votaban otra cosa en las urnas. Este patrón de candidatos negros consiguiendo peores resultados (incluso ganando) de lo augurado se dio en varias ocasiones durante los 80 y los 90.

Las primarias entre Obama y Hillary Clinton dan argumentos tanto a favor como en contra del efecto Bradley, según un estudio de marzo del profesor de la Universidad de Washington Anthony Greenwald.

A LA INVERSA Es cierto que se puede hablar de ese efecto sobre todo en la inesperada victoria de Clinton en Nuevo Hampshire. Pero también puede haber lo que Greenwald llama efecto Bradley a la inversa: en estados con fuerte presencia demográfica de negros como Georgia o Carolina del Norte, Obama logró mejores resultados de lo previsto.

Más allá de las encuestas, el color de la piel de Obama es uno de los grandes asuntos de estas elecciones que empezó a estallar cuando en los mítines de McCain y Sarah Palin algunos vociferantes insultaron al demócrata. En inglés se dice que hay un elefante en la habitación cuando se refieren a una realidad de la que no se habla. El elefante de estas elecciones es negro.