La denominada cumbre reformista, en la que han participado 14 jefes de Estado y de Gobierno de centroizquierda, concluyó ayer en Surrey, a las afueras de Londres, con un llamamiento para que la Organización Mundial del Comercio (OMC) abra los mercados a los países en desarrollo. En el comunicado final, los participantes manifestaron su compromiso con los principios del mercado libre y pidieron que, de la reunión de la OMC, que tendrá lugar en Cancún en septiembre, salga un acuerdo que permita a las naciones menos poderosas acceder a los mercados más pudientes.

Un paso así "iría en el interés de todos, países ricos o pobres" señaló Tony Blair, anfitrión de una cumbre a la que asistieron líderes tan distintos como el canciller alemán, Gerhard Schröder, el primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, su homólogo sueco, Goran Persson, o los presidentes de Suráfrica, Thabo Mbeki, de Argentina, Néstor Kirchner, de Chile, Ricardo Lagos, o de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que desde Londres viajó a Madrid.

"Lo más extraordinario de esta conferencia ha sido la variedad de gente con distintos problemas", señaló Blair. "Sin embargo, tenemos un mismo objetivo: ver la forma de combinar eficiencia económica y disciplina fiscal, con justicia social" , dijo.

"COLABORACION ENTRE SOCIOS"

En las conclusiones, se acordó crear nuevos mecanismos para financiar la ayuda a países en vías de desarrollo. "La mejor forma de financiar esa ayuda no es establecer una relación de donante y receptor, sino una relación de colaboración entre socios", explicó Blair. Los presentes estuvieron también de acuerdo en la necesidad de reformar los servicios públicos y el Estado del bienestar "de acuerdo con los principios de solidaridad, justicia social y protección de los pobres y los más débiles de nuestra sociedad", indicó el premier británico, en unos términos especialmente dirigidos a los laboristas descontentos con su política social

La redacción del documento final originó un encontronazo entre la delegación alemana y la británica. Los consejeros de Blair querían incluir un párrafo que justificara la guerra de Irak, pero el canciller Schröder se negó.