Decenas de miles de personas volvieron a ocupar ayer las calles en Turquía contra el Gobierno islamista moderado del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) y a favor de la laicidad del Estado. Esta vez les tocó el turno a dos lugares cargados de simbolismo: Manisa, lugar de nacimiento del exponente del ala más conservadora del PJD y presidente del Parlamento, Bulent Arinc, y Canakkale, donde se comenzó a forjar el mito heroico de Ataturk en la primera guerra mundial.

Con la vista puesta en los comicios del 22 de julio, la continua movilización tiene como objetivo desgastar al Gobierno del PJD, favorito en las encuestas.

El PJD está tan seguro de sus posibilidades que en una entrevista en el Financial Times, el ministro de Exteriores y presidenciable islamista, Abdulá Gul, no dudaba ayer en proclamar que ganará ampliamente en caso de someterse a votación popular, como propone el Gobierno. "Mi apoyo es del 70%. Por eso hemos decidido preguntar al pueblo. En la primera ronda conseguiré la mayoría", afirmó. El representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea (UE), Javier Solana, también apoyó la candidatura de Gul como garantía de "estabilidad".