La victoria de los demócratas en las elecciones del pasado noviembre convirtió a los republicanos en minoría en el Congreso de Estados Unidos por primera vez en más de una década. En enero, los demócratas iniciaron su flamante mayoría con promesas de renovación, de giro en el partidismo de las Cámaras y de acción legislativa para contrarrestar la agenda de la Administración de Bush, sobre todo en lo referido a Irak. Ayer, tras tres días que demostraron la tensa situación entre los partidos y entre los demócratas con Bush, las Cámaras iniciaron su receso veraniego con un balance desalentador para los demócratas. Las encuestas colocan la aprobación de su acción en el Congreso en niveles que en la mayoría de los casos no superan el 30%.

El último sondeo del centro Pew coloca el índice de aprobación de los demócratas en el 33%, pero lo baja hasta el 23% cuando los encuestados se identifican como independientes. Sin embargo, los demócratas han tenido sus logros. Consiguieron, por ejemplo, aprobar una legislación que por primera vez en una década aumenta el salario mínimo. También lograron implementar recomendaciones pendientes que había realizado la comisión que investigó el 11-S. Y han aprobado también una importante reforma ética y de control de influencia de los lobis. Esos y otros logros forman el corazón de unos anuncios que empiezan a emitir hoy en televisión, en los que proclaman: "Los demócratas están haciendo el trabajo para el que fueron elegidos. Y acabamos de empezar".

NUEVA LEY DE ESPIONAJE Por otra parte, el pasado sábado, la Cámara de Representantes estadounidense se sumó al Senado y aprobó la polémica propuesta que amplía los poderes de la Administración para poder espiar sin necesidad de tener un permiso judicial las comunicaciones de y con sospechosos de terrorismo, incluyendo las de sus propios ciudadanos.