Barack Obama hizo el martes historia. Gracias a un trasvase de una treintena de superdelegados durante la tarde y los resultados de las dos últimas primarias (Dakota del Sur, donde perdió, y Montana, donde ganó), Obama pudo salir al estrado en Saint Paul (Minnesota) y decir por primera vez con todas las letras: "Seré el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos". Es cierto matemáticamente, ya que tiene 2.165 delegados y superdelegados (son necesarios 2.118). Pero tanto él como el partido necesitan que Clinton, que en su discurso en Nueva York no reconoció la victoria de su oponente, se retire. Esa es ahora la prioridad de Obama antes de dedicarse por completo al duelo con John McCain.

LLAMADA A LOS VOTANTES "No hay una salida fácil", cantaba Tom Petty en la primera canción que sonó en el gimnasio de Nueva York donde habló Clinton (y con los Clinton cuesta pensar en las casualidades). La senadora, que fue presentada como "la próxima presidenta de EEUU", era ayer muy criticada por no haber admitido la derrota y por mantener las opciones abiertas. En un momento de su intervención pidió a sus 18 millones de votantes que expresaran su opinión en su web. En unas horas, varios centenares le pedían que no lo deje, que lleve el pulso hasta la convención de Denver, que se presente como independiente y que no sea la vicepresidenta.

Pero esta posición radical --que tendría un alto coste para el partido y la imagen pública y política de Clinton-- no parece que sea lo que vaya a suceder, a juzgar por las declaraciones de su equipo. "Obviamente, la opción de la vicepresidencia está encima de la mesa", dijo su director de campaña, Terry McAuliffe, después de que ella misma dijera estar "dispuesta" a escuchar una oferta por parte de Obama. Ambos hablaron el martes. Obama, el ganador, fue el que tomó la iniciativa de llamar a Clinton, la perdedora, y quedaron en reunirse en cuanto puedan. Ayer los dos hablaron ante el mayor lobi pro-israelí de Washington (Aipac en inglés), pero no era el lugar adecuado.

Mientras, la dirección del partido no quiere dejar ningún resquicio a Clinton de llevar el pulso hasta la convención. Ayer, Howard Dean y los líderes en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el Senado, Harry Reid, emitieron un comunicado en el que decían que "los votantes han hablado". "Los demócratas debemos centrarnos ahora en las elecciones. Por eso, urgimos a los superdelegados que aún no se hayan pronunciado a que hagan pública su decisión antes del viernes", añadía el texto.

Es, pues, época de contactos, llamadas, ofertas y contraofertas entre Obama, Clinton y los líderes del partido. La prioridad de Obama es que el proceso no ponga en riesgo el apoyo de los 18 millones de votantes que han optado por Clinton. La vicepresidencia es una opción deseada por muchos, pero también criticada por otros, como Pelosi, que temen que la suma de los dos no se convierta en un tíquet invencible para el candidato republicano McCain.

Para McCain, en cambio, lo sucedido el martes indica que ya ha empezado la campaña de las presidenciales, independientemente de lo que ocurra con Clinton. En un acto público, el senador criticó con dureza a Obama y le retó a mantener cada semana a partir de mediados de junio encuentros conjuntos con votantes en pequeños aforos para confrontar sus propuestas.

Obama también empezó ayer a comportarse como el virtual candidato a la Casa Blanca que es. En su discurso ante el Aipac, Obama presentó un perfil más presidencial. Dijo que hará "todo lo posible" para evitar que Irán tenga armas nucleares y declaró su amor eterno a Israel, llamando a Jerusalén "capital unida e indivisible" del Estado hebreo.