Tan deplorable como el espectáculo que dan los fieles antichavistas en la ´liberada´ plaza de Altamira --con cánticos religiosos y mítines místicos-- es el papel de Estados Unidos en la crisis venezolana. Primero, apoyando a los golpistas de abril y, ahora, exigiendo elecciones, como si Chávez (nos guste o no) no hubiera ya ganado en las urnas. El presidente dirige su política populista al 55% de la población, que malvive en ranchitos o como buhoneros. Pero eso no da la razón al 20% (la clase media-alta de Caracas) que quiere derrocar al Gobierno legítimo para conservar sus privilegios elitistas.