Aunque la plaza del Parlamento volvió a llenarse ayer, los manifestantes no ocultaron el mazazo que para el movimiento de protesta ha supuesto que Fidesz, el bloque conservador opositor, anunciara la suspensión de la gran manifestación prevista para mañana. "Es una mala noticia que nos ha dejado deshechos," dijo Gergely, un manifestante que lleva desde el domingo en esa plaza pidiendo la dimisión del primer ministro, Ferenc Gyurcsany.

"Muchos de los que están aquí tenían sus esperanzas puestas en que el sábado hubiera una enorme manifestación, con decenas de miles de personas, que obligara al primer ministro a renunciar", añadió.

La manifestación había sido convocada por el Fidesz antes de que comenzaran los disturbios que se desataron el domingo a raíz de una grabación en la que Gyurcsany reconocía que había engañado a los húngaros sobre el estado de la economía. En principio, esa marcha estaba enmarcada en la campaña de las municipales del 1 de octubre, pero a raíz de las protestas debía convertirse en el gran evento de rechazo al Gobierno.

OXIGENO PARA GYURCSANY Sin esa gran manifestación y sin un partido que quiera capitalizar el descontento, las protestas contra Gyurcsany corren peligro de desinflarse. Por eso, la plataforma política creada por los organizadores de las protestas buscaba ayer el modo de mantener vivo el movimiento.

"En interés de la paz y del sentido común, el Fidesz ha decidido posponer la manifestación", anunció ayer L szló Kover, uno de los dirigentes del bloque derechista. "Estoy muy feliz, esa era la única buena decisión", se felicitó el primer ministro, que sin embargo no consiguió que la oposición se sumara a un diálogo sobre los disturbios.

Los analistas ven varias razones tras esa marcha atrás del Fidesz que da oxígeno al acosado primer ministro. El politólogo Miklos Tamas sostuvo que el bloque conservador ha querido evitar un estallido de violencia. Por su parte, Sebestien Gorka, director del Instituto para la Transición Democrática, opinó que esa decisión "se explica porque el Fidesz no quiere asumir el poder en un momento tan difícil".

DISCURSOS DEL PUEBLO Mientras, en la plaza del Parlamento, húngaros de todas las edades, incluso algunos niños, iban subiendo al estrado para expresar su rechazo a Gyurcsany. El ataúd colocado en señal de la muerte política de Gyurcsany se convirtió ayer en el altar de la protesta y se llenó de dibujos y proclamas en las que se le ridiculizaba poniéndole una hoz y un martillo en la frente o acusándolo de "fascista multimillonario". La presencia de estudiantes fue masiva. "He venido para protestar contra un primer ministro que quiere hacernos pagar por estudiar", afirmó Judith.