Un misil tierra-aire de la insurgencia derribó ayer un helicóptero comercial en Irak y mató a las 11 personas que viajaban a bordo: seis estadounidenses, dos filipinos y los tres tripulantes, búlgaros. El aparato, un modelo ruso Mi-8, se desplomó en un paraje desértico cercano a la localidad de Tarmiya, a unos 20 kilómetros al norte de Bagdad. El grupo Ejército Islámico de Irak se atribuyó el ataque en un comunicado divulgado poco después por internet.

Los estadounidenses fallecidos eran empleados de Blackwater, una firma encargada de la protección de la Embajada de EEUU en Bagdad, mientras que los dos asiáticos eran guardaespaldas. El helicóptero, que se dirigía a Tikrit desde Bagdad, pertenecía a una compañía privada búlgara de transporte de personal. El Departamento de Defensa de EEUU había contratado el vuelo. Además, ayer dos civiles estadounidenses murieron en un ataque con coche bomba en Bagdad.

Ayer se supo también que las 19 personas fusiladas por los insurgentes el miércoles en Haditha no eran miembros de las fuerzas de seguridad, como se informó en un principio, sino un grupo de pescadores.