Ted Kennedy lo dijo en repetidas ocasiones, e incluso tituló así uno de sus últimos artículos, publicado el pasado mes de julio en la revista Newsweek. En él admitió que la reforma del sistema sanitario en Estados Unidos era la "causa de su vida". Y ese es el argumento al que ahora, justo tras su muerte, el martes, se están agarrando algunos demócratas para intentar salir del atolladero en que se encuentra esa reforma en el Congreso. Pero no hay indicios de que el recuerdo de Kennedy vaya a sacar las negociaciones de su punto muerto. Lo único seguro, por ahora, es que con su desaparición, el presidente Barack Obama pierde la supermayoría de 60 votos en el Senado que le garantizaría cualquier intento republicano de frenar el proceso legislativo. Pierde, además, a uno de los mejores y más efectivos negociadores de las cámaras.

En las insistentes llamadas de algunos demócratas a aprobar la reforma en memoria de Kennedy hay, sin duda, un claro componente emocional. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, llegó a asegurar que "el sueño de Ted Kennedy de atención médica de calidad para todos los estadounidenses se hará realidad este año por su liderazgo e inspiración". Por su parte, el congresista de Wisconsin David Obey apeló a que el senador Kennedy, "sobre todas las cosas, querría que se redoblaran los esfuerzos para lograr la aprobación de la reforma".

RECUPERAR EL DIALOGO Pero hay también un intento de recuperar un diálogo civilizado que se ha perdido y que durante el receso veraniego ha dado paso al encono. Ahí se enmarca, entre otras, la petición del senador demócrata Robert Byrd, que pidió a sus compañeros de las dos cámaras legislativas: "Dejemos de gritar y de insultarnos y tengamos un debate civilizado".

El fallecimiento de Kennedy ha logrado calmar, siquiera por unas horas, el debate. Conservadores por los Derechos de los Pacientes, uno de los grupos civiles opuesto a la reforma sanitaria y que la ha combatido ferozmente, interrumpió el miércoles la emisión de anuncios contra las propuestas demócratas como muestra de respeto a la familia Kennedy y hasta Rush Limbaugh, la más influyente voz ultraconservadora en las ondas, moderó su tono por durante horas. Pero se trata, claramente, una tregua temporal.

Precisamente la división ante la reforma entre demócratas y republicanos, y la oposición a algunas ideas como una opción de seguro público por parte de los congresistas demócratas más moderados, conocidos como blue dogs, es una de las brechas que se considera que habría podido contribuir a reducir Kennedy, por su capacidad para lograr pactos entre las diferentes sensibilidades políticas.

TRABAJO INCONCLUSO Pero su cáncer cerebral le impidió asistir a Capitol Hill en los últimos meses, con lo que su trabajo ha quedado inconcluso y, quién sabe, si fructificará finalmente en su ansiada reforma.

Aunque los demócratas aseguran que su equipo continuó trabajando siguiendo sus directrices y manteniéndose en constante comunicación con él hasta para los más pequeños detalles, su ausencia se notó en una falta de diálogo bipartidista más marcada e incluso en la incapacidad de acuerdo entre los propios demócratas.

SUSTITUCION DIFICIL Durante esas ausencias a Kennedy le ha sustituido en la presidencia del comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones su amigo y colaborador Chris Dodd. Pero todavía no se sabe quién se hará cargo definitivamente del puesto, de gran relevancia en este debate sobre la sanidad en EEUU.

También está por ver quién reemplazará a Kennedy como senador y cuándo, aunque parece ganar respaldo la propuesta que hizo el propio Kennedy una semana antes de morir pidiendo al gobernador de Massachusetts, Deval Patrick, que cambie la ley y nombre un sustituto interino hasta que se celebren las elecciones al Senado. Patrick se ha mostrado inclinado a hacerlo, y no deja de ser paradójica la presión demócrata a una rápida sustitución, ya que la reforma de la ley que fijó el plazo de entre 140 y 160 días para la elección la impulsaron ellos cuando los republicanos eran mayoría en la Cámara alta.