"No hay más dios que Alá", repetían una y otra vez, en la lengua del Corán, los cerca de 300 milicianos de la Fuerza Popular de Defensa --FPD, milicia paramilitar creada en 1991 por el régimen de Jartum-- que ayer se habían congregado en El Geneina, capital del estado de Darfur Occidental (Sudán), para entregar sus armas.

Con el enviado especial de la ONU en Sudán, Jan Pronk, como testigo de honor, los milicianos progubernamentales, algunos de los cuales, a buen seguro, no superaban la adolescencia, fueron, uno a uno, entregando sus kalashnikovs.

Era el colofón de una ceremonia en la que una banda, con sus músicos uniformados de blanco y rojo chillón, había dado la bienvenida al cortejo de la ONU.

40 años de guerra

Había quien no se fiaba y no ocultaba su preocupación ante lo que deparará un futuro en el que, sobre el papel, tras el acto de ayer, ya no podrá utilizar su kalashnikov para defenderse o resolver disputas. "Vivimos en guerra desde los años 60", espetó a Pronk un oficial del FPD. En lenguaje propio de diplomáticos, mientras los periodistas sudaneses tomaban notas de la conversación, Pronk respondió al miliciano diciendo que ahora las armas debían callar y que eran las organizaciones internacionales las que debían actuar.

"Este es un excelente primer paso; estoy seguro de que este año viviremos el final de la guerra", le respondió. Sobre las preocupaciones del miliciano, Pronk pronunció sólo una frase: "La ONU y la Unión Africana os protegerán una vez que os hayáis desarmado".

Según el Gobierno, el FPD no son las milicias Yanyauid que han arrasado los tres estados de Darfur y han forzado a 1,2 millones de personas a dejar sus aldeas. "Se trata de un cuerpo especial de las fuerzas de inspiración islamista formado para combatir a los rebeldes, en el espíritu del nuevo régimen que llegó al poder en 1989", precisa un experto en Sudán que prefiere el anonimato.

Durante la larga guerra civil entre el norte musulmán y el sur cristiano y animista, el régimen de Jartum recurrió al FPD para combatir a los rebeldes en el sur. Según estimaciones del año 2002, el FPD contaba con unos 7.000 hombres y cerca de 85.000 reservistas. Ayer, en El Geneina, los 300 milicianos del FPD materializaban "la orden de desmovilización dada por el presidente de Sudán, Omar el Bechir".

Quienes no parecen dispuestos a deponer sus armas por el momento son los dos grupos de rebeldes, el Ejército de Liberación de Sudán (ELS) y el Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI), que se levantaron a lo largo del pasado año en Darfur contra el Gobierno de Jartum.

En las conversaciones que llevan a cabo con representantes gubernamentales en Abuja (Nigeria), bajo los auspicios de la Unión Africana, con el objetivo de apuntalar el frágil alto el fuego, los representantes del ELS y del MJI respondieron con una sonora negativa al requerimiento gubernamental de deponer las armas o confinarse en sus bases.