Entre temores de que el frágil alto el fuego pueda romperse en cualquier momento, Gaza despertó ayer en el mar de devastación que han dejado tres semanas de bombardeos israelís. Por primera vez en 22 días, no caían bombas y los castigados habitantes de la franja hacían un esfuerzo por recuperar un ápice de normalidad. En las calles se veía gente y coches circulando, los bancos y comercios estaban abiertos. Los policías de Hamás se instalaron en los cruces principales. La gente abandonaba sus escondites y salía a la calle para tratar de localizar a sus muertos de entre las toneladas de ruinas.

"Hace un rato he visto como rescataban a 19 cadáveres más en el barrio de Zeitún", cuenta por teléfono a este diario Donatella Rovera, enviada de Amnistía Internacional (AI) en Gaza. Desde el sábado, se han encontrado más de 100 cadáveres bajo los escombros. Y se teme que aparezcan más. Por el momento, las víctimas mortales causadas por esta guerra son 1.310. De ellas, 420 son menores, además de los 5.500 heridos.

KILOMETROS DE DESTRUCCION El panorama es dantesco. "Las imágenes de televisión y las fotos de los diarios solo muestran una parte de la destrucción, pero la realidad es muchí- simo peor. Mires hacia donde mires, ves casas destruidas", asegura Rovera. "He recorrido tres kilómetros y no había nada más que destrucción. La amplitud de los daños es terrible. Como si un terremoto o un volcán lo hubiera arrasado todo", añade Husam el Madhún, jefe de la delegación de Acción Contra el Hambre (ACH) en Gaza. "Tengo 40 años, y en toda mi vida no he visto nada parecido. He preguntado a los ancianos. Me dijeron que ni en 1948, 1956, 1967 ni 1973 nadie ha visto algo igual", afirma.

Lo que no pueden reproducir ni los diarios ni las teles es el olor. "Vas por la calle y lo que impacta es el olor. Huele a sangre, a cuerpos descompuestos, a basura", cuenta Maha Rezeg, consejera de Save The Children. "En Gaza, la infrastructura está destruida y todo se suma a la pobreza. La gente está horrorizada. Es demasiado para contarlo", añade. Un total de 20.000 casas han sido dañadas durante la ofensiva y 4.000 han resultado completamente destruidas. Cada una alberga a varias familias. Al menos 40.000 personas se han quedado sin casa. Ayer se oían múltiples historias de gente que ya no tiene donde ir.

En muchas casas, los soldados israelís, antes de su retirada, dejaron frases escritas en las paredes, junto a estrellas de David, cuenta la representante de Amnistía. Muerte a los árabes , dice que leyó en varias de ellas.

El Ejército israelí utilizó la artillería --"muy destructiva y poco precisa", asegura Rovera-- contra los combatientes de Hamás y de otros cinco grupos palestinos. El suministro eléctrico falla y ello acarrea cortes de agua. Algunos barrios llevan tres semanas sin luz. Se ha recuperado el servicio telefónico, pese a los cortes, lo que ha permitido a Israel difundir mensajes amenazantes. "Esto aún no ha terminado", sostiene una voz metálica de una grabación automática que llega a las casas de Gaza que siguen en pie, cuenta la coordinadora de Médicos del Mundo.