Días de guerra en Gaza. Guerra a lo Oriente Próximo, entre un Ejército poderoso que asfixia a un millón y medio de personas en su lucha contra unos miles de milicianos a los que medio mundo llama terroristas, armados con fusiles automáticos y los Qasam, ese cohete artesanal del que ambas partes, por motivos diferentes, hablan como si se tratara de un misil de crucero digno del arsenal de Pyongyang.

Si algún conflicto del mundo tiene unas reglas establecidas, ese es el que enfrenta a palestinos e israelís. Israel pone sus helicópteros Apache, sus F-16, sus bombas sónicas, sus tanques, sus relaciones públicas, sus recursos diplomáticos y su soldado secuestrado, una ruptura inaceptable de las normas del juego. Los palestinos aportan su incansable determinación de seguir viviendo en medio del caos, los muertos, los milicianos que asustan en Occidente con su retórica, su limitado arsenal, las lágrimas de las madres, los miles de prisioneros. Y la comunidad internacional contribuye con las denuncias contra Israel por vulnerar los derechos humanos, la inutilidad de la ONU, las peticiones de contención a las partes, los cínicos augurios de que, con la que cae en la franja, el proceso de paz puede descarrilar. ¿Qué proceso de paz?

No hay electricidad en Gaza, salvo la de los ruidosos generadores, y en los restaurantes caros la población local que se lo puede permitir copa las mesas, como si cada noche fuera a ser la última, observados desde lo alto por los drones y los helicópteros Apache, que suelen empezar la función sobre la 1.30 de la madrugada. Y tras el rumor de las explosiones de la artillería israelí se oye un rugido humano: Francia ha marcado un gol. Suerte ha tenido Gaza con el Mundial, para canalizar pasiones, para olvidar. Pero ya se acaba, todo lo bueno dura poco en la franja. Y cuando uno pisa la paupérrima Beit Janún y ve volar hacia Israel dos Qasam, se admira de que no haya palestinos que se los aten a la espalda para intentar huir de esta cárcel de polvo, sudor, sangre y calor. Son días de guerra en Gaza.