Ni la dimisión de dos ministros pillados en flagrante delito de derroche ni las medidas de austeridad para poner a régimen al Gobierno francés han logrado aplacar el escándalo que rodea al titular de Trabajo, Eric Woerth, y que presiona cada vez más al presidente Nicolas Sarkozy. El ministro sigue enredado en el caso L´Oréal, una guerra de familia que ha revelado que su esposa trabajaba para la empresa que gestionaba la fortuna de la heredera de la marca, Liliane Bettencourt, acusada de evasión de impuestos. Ayer el fiscal anunció que investigará "las condiciones en las que fue empleada" Florence Woerth cuando su marido era ministro del Presupuesto.