No ha durado ni tres días. El vicepresidente primero de Irán, Esfandiar Rahim Mashai, dimitió ayer tras recibir fuertes presiones por parte del sector más duro del régimen. Su cese supone un revés para el presidente, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, del que es consuegro, y que fue el que le nombró el pasado viernes.

Desde entonces, los círculos más cercanos al guía supremo, Alí Jamenei, el hombre fuerte del régimen, no han dejado de criticar la designación de Mashai, un hombre polémico desde que, hace un año, dijo que el pueblo iraní era amigo del de EEUU y el de Israel. "Hay que anular este nombramiento por respeto al pueblo conservador", fiel a los principios de la Revolución Islámica, escribió el diario Kayhan.

Además, ayer quedaron en libertad bajo fianza los dos últimos empleados iranís de la embajada británica detenidos durante las protestas tras las elecciones del 12 de junio.