La jurista iraní Shirin Ebadi, de 56 años, no figuraba entre la lista de los favoritos para la concesión del premio Nobel de la Paz. Premiar a una mujer, musulmana y disidente política iraní iba a ser interpretado como un revés para el régimen ultraconservador de los ayatolás. De hecho, las autoridades respondieron con un silencio muy elocuente cuando se supo que el Nobel había ido a parar a la primera mujer juez de Irán, depurada por los integristas cuando llegó al poder el ayatolá Jomeini en 1979.

Ebadi nació en 1947 y se licenció en Derecho en Irán y Francia. Después de su purga, se concentró en defender los derechos de las mujeres y de los niños, y adquirió fama entre la disidencia política por encargarse de los casos de intelectuales y opositores como el de Dariush y Parvaneh Foruhar, que fueron asesinados.

CON EL REFORMISTA JATAMI

Casada y con dos hijas, esta jurista, que ejerce como profesora de la Universidad de Teherán, es, junto con Yasir Arafat y Anuar Sadat, la tercera persona de confesión musulmana que recibe el galardón en más de 100 años.

En el año 1997, participó denodadamente en la campaña política que consiguió llevar a la presidencia al reformista Mohamed Jatami. Ese apoyo, sin embargo, no le ahorró pasar por la cárcel en varias ocasiones, la última en el 2000, después de haber sido acusada de complot. De su solitario confinamiento en prisión relató: "Con enfado, trato de escribir sobre este muro de cemento con la punta de la cuchara que hemos nacido para sufrir porque hemos nacido en el Tercer Mundo".