El último capítulo de la larga crisis política en Tailandia, que el pasado fin de semana forzó la cancelación de la cumbre asiática, se transformó ayer en batalla campal en pleno centro de Bangkok. Al menos dos personas murieron y un centenar más resultaron heridas durante los enfrentamientos que protagonizaron los militares y los camisas rojas , partidarios del exprimer ministro Taksin Shinawatra, que había llamado la víspera desde el exilio en Dubai a sus partidarios a protestar en las calles, desafiando el estado de excepción decretado en la capital y en cinco provincias vecinas.

Cientos de soldados llegados en camiones tomaron posiciones a primera hora de la tarde en los alrededores de las oficinas del primer ministro, donde 4.000 manifestantes se habían reunido. Los militantes opositores incendiaron un edificio del Ministerio de Educación y siete autobuses en el barrio gubernamental de Bangkok que fue el epicentro de las protestas.

PIEDRAS Y COCTELES MOLOTOV Los antigubernamentales se enfrentaron con piedras y cócteles molotov a los soldados tailandeses, que respondieron, según aseguró el Gobierno, disparando al aire y usando gases lacrimógenos. En declaraciones a la cadena CNN, el exprimer ministro Shinawatra acusó al Gobierno de mentir respecto al número de víctimas. "Numerosas personas han muerto", declaró.

Fuentes oficiales tailandesas, en cambio, atribuyeron al menos una de las muertes a los disparos de los camisas rojas .

A lo largo del día, los soldados abrieron fuego en repetidas ocasiones. El Gobierno anunció que había adoptado medidas destinadas a asegurar su control sobre los puertos y aeropuertos para impedir hechos como los ocurridos a finales del año pasado.

"El Comando de Operaciones de Emergencia utilizará todos los medios disponibles para restablecer el orden y reabrir el tráfico para que la población pueda retomar sus vidas", dijo el jefe de las Fuerzas Armadas, Songkitti Jaggabatara.