El Gobierno argentino respiró aliviado tras la liberación del corralito financiero: el peso se mantuvo estable frente al dólar --3,65 por cada unidad de la moneda norteamericana--, pese al temor a un corrimiento cambiario. Frente a las puertas de los bancos y cuevas financieras se formaron filas de compradores de billetes verdes. Sin embargo, la intervención en el mercado del Banco Central evitó una estampida.

FRENAR LA ESPECULACION

Las reservas internacionales argentinas son de 10.050 millones de dólares (10.050 millones de euros, 1,6 billones de pesetas), suficiente, según el Gobierno, para afrontar los ataques especulativos. Las autoridades económicas no querían ayer cantar aún victoria y se limitaban a señalar que no había razón para que el dinero liberado, unos 6.000 millones de euros (998.316 millones de pesetas), salga del sistema y se vuelque masivamente al dólar.

El corralito ha durado un año. Lo inventó el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, para frenar la fuga de capitales. Dos semanas más tarde, Cavallo abandonó el Ejecutivo, junto al presidente Fernando de la Rúa. Llegó Eduardo Duhalde, con la devaluación del peso, hasta el momento atado al dólar, del 400%, y la pesificación del dinero atrapado en los bancos. Las restricciones agravaron la crisis de un país que no crece desde 1998, y cuyo producto interior bruto caerá este año un 14%.

En los últimos tres meses se detuvo esta pendiente. El ministro de Economía, Roberto Lavagna, espera que el corralito abierto ayude a la reactivación. Con la nueva medida, los argentinos pueden disponer de sus cuentas corrientes y cajas de ahorro.

OTRA DEVOLUCION

El fin del corralito no significa el fin de las limitaciones. Queda todavía el llamado corralón , que afecta a los plazos fijos por unos 5.000 millones de euros, 831.930 millones de pesetas. El Tribunal Supremo amenaza con un dictamen que obligue a entregar esos ahorros en dólares, como fueron entregados a los bancos. Lavagna habló de una "agitación inútil" fomentada por sectores que "intentan que un fallo les devuelva lo que el Gobierno les negó por considerar que es un perjuicio contra la sociedad".

Según el ministro, el coste fiscal de ese dictamen es de 29 veces el superávit del Estado. "Todo, para beneficiar a 400.000 personas", señaló. Para el diario Página 12 , el equipo económico "está convencido de que el menemismo y el grupo más poderoso del establishment financiero apuran una agresiva campaña de desestabilización".

Por su parte, el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió ayer al Duhalde su apoyo ante organismo financieros como el Fondo Monetario Internacional y el Gobierno de EEUU. Lula llamó a convertir a la región en un "polo de poder" para hacer frente a los desafíos de la globalización.