Nada detiene a los terroristas en Irak cuando se trata de matar a civiles. Cuatro explosiones sembraron de cadáveres ayer el centro de Bagdad. El atentado más mortífero tuvo lugar en el mercado de Chorja, uno de los más antiguos de la capital, y acabó con la vida de al menos 71 civiles y dejó heridos a más de 160. Por otra parte, en el mercado de Bab al Sharqi, otra bomba mató a cinco personas más.

El brutal atentado en Chorja se registró poco después del mediodía. Al parecer estallaron hasta tres coches bomba casi de forma simultánea en un centro comercial de dos plantas, que fue pasto de las llamas. Los atentados se registraron justo cuando se guardaba unos minutos de silencio en memoria de las decenas de miles de personas que han perdido la vida en la guerra que libran extremistas sunís y chiís. El Gobierno deseaba así conmemorar el primer aniversario, según el calendario musulmán, de la voladura de la Cúpula dorada de la mezquita de Samarra, que desató la lucha confesional. El Ejecutivo iraquí está decidido a frenar la escalada de violencia que sacude la capital con la anunciada operación militar que rastreará cada barrio de Bagdad, y en la que participarán unos 80.000 hombres.

Poco después de los ataques en la capital, el Alto Tribunal Penal iraquí condenó a morir en la horca al exvicepresidente iraquí, Taha Yasin Ramadan, acusado de crímenes contra la humanidad. Ramadan fue sentenciado a cadena perpetua el pasado mes de noviembre por el caso Duyail, el asesinato en 1982 de 148 civiles chiís. El tribunal de Apelación consideró que merecía la pena capital, como Sadam Husein. "Juro por Dios que soy inocente", gritó Ramadán tras escuchar la sentencia.