Malasia juzgará por asesinato a las dos jóvenes que envenenaronal hermanastro del líder norcoreano con un potente agente nervioso. La ley nacional impone la horca si son declaradas culpables. La condena a los dos elementos más frágiles de una inverosímil trama de espionaje sería el tétrico remate a la muerte de Kim Jong-nam.

Mohamed Apandi Ali, fiscal general de Malasia, ha confirmado este marts que ambas serán imputadas mañana de asesinato ante un tribunal. Su defensa es complicada. Las imágenes del circuito cerrado del aeropuerto de Kuala Lumpur las muestran rociando la cara de la víctima con un spray y frotándosela con un trapo. Jong-nam murió veinte minutos después y la autopsia reveló trazas del agente nervioso VX. Su esperanza radica en que puedan convencer al tribunal de que pensaban que participaban en una broma televisiva con cámara oculta y que esa toxina mortal no era más que loción infantil.

Quiénes son esas dos jóvenes es la principal incógnita del caso. Para la policía malasia no hay duda: su inmediato lavado de manos demuestra que sabían lo que hacían. Pero su escasa pericia para esconderse de la policía y sus perfiles de esforzadas inmigrantes casan mal con las superespías con años de entrenamiento que Corea del Norte ha utilizado antes para sus atentados.

Doan Thi Huong, vietnamita de 28 años, fue capturada dos días después en la misma terminal. Huong, hija de un humilde agricultor, dejó su país a los 18 años. En Malasia se empleaba en el sector del entretenimiento, según la sucinta información de la policía malasia. Algunas fotos la muestran como azafata en bikini en ferias de motor y años atrás intentó entrar en la versión nacional de Operación Triunfo.

85 EUROS

Siti Aisyah, indonesia de 25 años y con un hijo pequeño, fue detenida junto a su novio malasio. En su país recuerdan que trabajó en la humilde sastrería de su exmarido antes de partir hacia Malasia en busca de oportunidades. Ahí se empleba en un negocio de masajes. En la víspera del asesinato no parecía estar muy concentrada en su delicada misión inminente. Estuvo celebrando con amigos en un bar su cumpleaños. Dijo a la policía haber cobrado el equivalente a 85 euros por su colaboración en el presunto programa televisivo.

La justicia esclarecerá si sabían que manejaban un arma de destrucción masiva o son tan ingenuas como claman. Parece claro que, en un caso u otro, son los peones sacrificables de la trama.

La policía señala a otros siete sospechosos, todos norcoreanos. Sobre uno de ellos, ya detenido, no se han presentado aún cargos. Ri Jong Chol sí tiene un perfil más al uso de lo que requiere la historia: de formación química y sin trabajo conocido durante sus tres años en Malasia. Entre los buscados figura también un alto funcionario de la embajada en Kuala Lumpur y un oficial de las aerolíneas norcoreanas. Seúl sostiene que cuatro de los norcoreanos sospechosos forman parte del Ministerio de Seguridad Nacional, el equivalente a la agencia de espionaje estatal. No ha aclarado a quiénes se refiere, pero se entiende que son los cuatro que tomaron un vuelo pocos minutos después de cerciorarse de que la operación había sido un éxito y que ahora se encuentran ya en Pyongyang.

DELEGACIÓN A MALASIA

Corea del Norte ha enviado este martes una delegación a Malasia. La finalidad declarada es “desarrollar las relaciones amistosas” con Kuala Lumpur, según la prensa oficial. Es más probable que quiera discutir la gestión del asesinato y que exija tanto la liberación de Ri como la entrega del cadáver. La sensible tarea explica que la delegación esté encabezada por uno de los pesos pesados de la diplomacia norcoreana, Ri Tong Il, antiguo embajador en la ONU.

El asesinato de Jong-nam ha enturbiado sus saludables relaciones. Malasia no ha señalado aún a Pyongyang como el autor intelectual, a diferencia de Seúl y Washington, pero se entiende su enojo por la utilización de un arma de destrucción masiva en una terminal atestada de gente. Corea del Norte ha acusado a Kuala Lumpur de violar la legislación internacional al practicar la autopsia a un nacional con pasaporte diplomático y de perseguir objetivos espúrios con su investigación. Malasia ha amenazado al embajador norcoreano con echarle del país si seguía mintiendo.