Una verdadera marea humana, cerca de dos millones de personas, según los organizadores --800.000, según la policía-- se manifestaron ayer en las calles de París y de las principales ciudades francesas para apoyar a los sindicatos en el pulso que mantienen con el Gobierno conservador de Jean Pierre Raffarin, que pretende reformar el sistema de jubilaciones prolongando los años necesarios para acceder a la jubilación y bajando el valor de las pensiones.

La movilización ha dado alas a los sindicatos más radicales, que votaron ayer por la prolongación de la protesta hasta que el Gobierno renuncie a la reforma. Por su parte, el ministro de Asuntos Sociales, Fran§ois Fillon, aseguró que no dará marcha atrás, pero prepara un paquete de concesiones para tratar de quebrar la solidaridad sindical.

La huelga, que fue especialmente notoria en los transportes, dejó a Francia prácticamente paralizada. Embotellamientos en las entradas de las grandes ciudades y maratones de los ciudadanos que se empeñaron en acudir al trabajo a pesar de que la huelga de transportes urbanos afectó a 70 ciudades, y especialmente a la capital, fueron la nota predominante. El tráfico ferroviario sufrió perturbaciones que cortaron las comunicaciones con España. El 80% de los vuelos fueron anulados y los efectos se hicieron sentir en los aeropuertos españoles.

INCLUSO EL SECTOR PRIVADO

Empresas públicas como France Telecom, Correos o la Educación Nacional, los hospitales e incluso la policía, reconocieron índices de participación especialmente elevados, superiores en algunos casos al 60%, a los que hay que sumar una importante movilización del sector privado en las manifestaciones. El desfile parisino reunió a 250.000 personas, según la organización (70.000, según la policía), y Marsella batió récords con cerca de 200.000 manifestantes, según los sindicatos (50.000, según la policía).

La convocatoria unitaria de todos los grandes sindicatos no dejó indiferente al Gobierno de Raffarin, pero el ministro Fillon, que debe reunirse hoy por la mañana con los representantes de las centrales, precisó de antemano que "no hay alternativa" a la reforma, aunque se declaró dispuesto a discutir el proyecto.

En Austria, mientras tanto, se vivió una jornada similar. Unas 200.000 personas, según los organizadores, desfilaron por las calles de Viena para manifestarse contra el recorte de las pensiones aprobado por el Gobierno de democristianos y liberales, y que todavía debe ser ratificado por el Parlamento. Todo un récord, sobre todo si se tiene en cuenta que la protesta transcurrió bajo una tormenta de lluvia y granizo.